A medios chiles: ni verde ni rojo.
Ajonjolí de todos los moles: don de la ubicuidad en los convites.
Aquí mis chicharrones truenan: zona específica donde los crujidos propios resuenan.
Bajarse por los chescos: descenso en pro de un grato chupe.
Chícharo en bandeja/cacerola: desproporción entre un entorno macro y un asunto micro.
Comerse la torta antes del recreo: creencia que erróneamente disocia dos conceptos idénticos: comerse la torta es el recreo.
De chile, de dulce y de manteca: (matemáticas) en Teoría de los Conjuntos, ecuación donde el tamal pertenece a un conjunto aleatorio de elementos incompatibles.
De lengua me como un taco: deglución gourmet del verbo ajeno.
Echarse un taco de ojo: degustación visual del manjar ajeno.
En su mero mole: satisfacción exacta de una manía individual.
Hablar al chile: netear sin rajas.
Hacer de chivo los tamales: engañar con la carne.
Hacer de tripas corazón: resistir con resignación un entripado cardiaco.
Hacerla de jamón: incitar a los tortazos.
Hijo de la guayaba/tostada: todos menos yo y mis hermanos.
Naranjas de Paraguay: diagnóstico de disfunción eréctil.
O son peras o son manzanas: disyuntiva entre pomáceas excluyentes.
Partir la mandarina en gajos: devastar con los puños a un cítrico, perdón, a un crítico.
Pasarse de tueste: mancharse con la quemadora.
Pepita en comal: brincar como en un tumbling ardiente.
Ponerle crema a los tacos: adornar lo que viene siendo la garnacha.
Romper el hielo/turrón: desbaratar de tajo la frialdad o dureza socio-ambientales.
Se me cuecen las habas: impaciencia por regresar y apagarle a la estufa.
Última cocacola del desierto: sujeto extremadamente soberbio que viene sin destapador.