Allá en mis tiempos: alusión al Neolítico Inferior, cuando el hablante se sentía dueño de sí mismo.
Ay sí, Chucha: parodia transgénero de lo que dijo Tomás apostol.
Chaviza: síntoma inequívoco de no hacer superado la brecha generacional de 1960.
Cómo has crecido: saludo oficial de toda tía-abuela-jala-mejillas, a quien sólo viste dos veces en tu vida.
Como te ves, me vi; como me ves te verás: respuesta senil ardida que pretende lograr el respeto juvenil, pero sólo obtiene lástima.
Cuantimás: antigua manera de decir “y échate”.
Cuchillito de palo: arma que usaban tus ancestros antes del descubrimiento del hierro; la víctima moría de fastidio.
Dios mediante: postulado de la teología de la burocracia.
Dispénseme: decimonónica petición de permiso.
Don: título que antecede a tu nombre y que certifica tu senectud.
El año de la cachetada: mención de aquellos románticos tiempos remotos en los que tu abuela correspondió con dignidad al beso que su raptor le había robado.
El año de la canica: aquel ciclo solar en el que lo más memorable fue una esferita de vidrio.
En casa del herrero, azadón de palo: nuevamente antes del descubrimiento del hierro, los herreros no tenían más remedio que simularlo.
Está suave: arcaísmo para decir “tiene ondita”.
Gracias, las que te adornan: antigua fórmula para sustituir “de nada”. Si uno responde “las que haces” cambia por completo el sentido.
Háblame de usted, igualado: depende, a) si te lo dice un venerable viejecito con cara de amargura debes de suponer que le faltaste al respeto; b) si te lo dice una venerable viejecita en négligée, debes de proceder a contarlo sobre ti mismo y luego faltarle al respeto.