Melecio Galván. Radiográfico

Por Paris Alejandro Salazar Rodríguez

“Extraño individuo… extraños dibujos… extraña muerte”, cabeceó el periódico La Prensa en 1982 su nota sobre el “suicidio” del ilustrador y artista plástico, Melecio Galván (1942-1985). Entrecomillamos suicidio porque la realidad fue que él no se quitó la vida por mano propia, fueron personajes uniformados y armados, idénticos a los que él dibujaba, quienes lo privaron de la vida.

El artista mexiquense es considerado uno de los mejores dibujantes e ilustradores del siglo XX, exponente de la gráfica combativa y del expresionismo neofigurativo en los años sesenta y ochenta. Formado en la era de la discrepancia visual, participó en la iconografía del movimiento estudiantil de 1968. Poseía la habilidad y el dominio de su oficio, lo que le permitió trascender con ilustraciones e imágenes de zoología apócrifa, máquinas fantásticas, seres vertiginosos, pesadillas urgentes y alucinantes; además de retratos, series para niños y alusiones a la música.

La exposición “Melecio Galván. Radiográfico” en el Museo Nacional de Culturas Populares reúne 160 piezas con lenguaje gráfico neovanguarditas: murales que reflejan el compromiso social y político del artista, ilustraciones en revistas de cultura, carteles, volantes de la década de los sesenta (utilizados por grupos populares, trabajadores y sindicatos), dibujos y bocetos de rostros en color y blanco y negro de las luchas populares, ilustraciones para publicidad y medios de comunicación.

La obra es una suma de destinos diversos, articulación perfecta de tiempo. Imaginación, realidad, violencia, represión, luchas sociales y sindicales, posición política, ideológica y estética plasmadas en papel y convertidas en arte gráfico vigente y trascendente. Con su obra, el artista lleva al espectador por enigmas, sueños, erotismo, insomnios, fantasmas, espejos, historia, amor, lógica, mujeres, exageraciones, prodigios, viajes remotos, milagros y divertimento.

Melecio Galván es recordado por la colección “Militarismo y Represión” que realizó para una convocatoria de la revista Proceso y que no alcanzó a enviar. Ésta refleja el punto de vista del artistas sobre las dictaduras militares en América Latina, a principios de los años ochenta. Con poderío de líneas y trazos, Galván logró que al mirarlas no se sintiera que se trataba de un tema lejano –que sólo afectaba a otros países–, sino al contrario, México participó en el sentimiento de la operación arbitraria de los policías y militares.

La versión oficial de la muerte de Melecio Galván señala que el 28 de mayo de 1982 un “sujeto enloquecido” se presentó ante un oficial de la policía judicial de Chalco y le pidió que le prestara su pistola para suicidarse. Como el oficial se negó, el “sujeto enloquecido” se fue, dejando abandonado un cuaderno de dibujos “absurdos e inexplicables”. Días después se encontró el cuerpo ahorcado, con las venas de ambos brazos cortadas y con golpes en la cara y otras partes del cuerpo: “El individuo se suicidó”, la conclusión de las autoridades.

Ya no se investigó, Melecio Galván fue víctima de uniformados armados, idénticos a los que él dibujaba. Su trabajo sobre Militarismo y Represión pareciera una crónica del México actual, cubierto de sangre, balas, muerte, desaparecidos, huérfanos y lágrimas.

Aunque también tiene otros dibujos e ilustraciones, unos que invitan a soñar con otra realidad para este país y sus hijos.