Lo que no se ve. Studium y punctum en la colección de fotografía de Telefónica (y desde la cámara lúcida de Roland Barthes)

mar-dom 10-18 h.

Por: Bartolomé Delmar

Hace unos años leí el libro de Roland Barthes, en el cual se basa el argumento curatorial de esta exposición, La cámara lúdica. En él se hace una meditación larga y general sobre la experiencia de la fotografía. A propósito, apunté un chiste de un tal cómico, Mitch Hedberg, que resumía bien lo que se decía en el libro: “–¡Mira esta foto de mí cuando era más joven! –¡Todas las fotos de ti son de cuando eras más joven!”.

Es un chiste bobo, obvio quizá a primera instancia, pero revela algo conmovedor: al día de hoy, la imagen fotográfica no es otra cosa que una invitación al pasado. Es, en palabras de Barthes, una “aventura hacia lo que decidimos retratar” en un momento en el tiempo. Y por eso tiene una lógica certera, extraordinaria, que la nueva muestra del Carrillo Gil, “Lo que no se ve”, sea un homenaje al filósofo francés.

Las imágenes que utiliza como base son de la Colección Telefónica, y en ella podemos ver a los más grandes maestros de la fotografía moderna (abarcando un periodo, más menos, de 1930 a la actualidad), como Willie Doherty, Gabriel Orozco (extraordinario también como fotógrafo), Thomas Ruff o Paul Graham.

Es una celebración de la historia de la foto (como muestran muchas de sus imágenes anónimas de antaño), sí, pero también una reflexión alineada a la de Barthes en cuanto a su relación con la intimidad y los contextos biográficos.

En este sentido, el título de la muestra sirve para exponer el sentido de muchas de sus imágenes: sí, estás ahí, más joven de lo que eres ahora, pero tenemos que indagar más para saber qué es todo lo que no se ve.