Hay quienes se han aventurado a recorrer el continente en bicicleta –de Alaska a Argentina– para conquistar un récord Guinness. El sueño y objetivo de Cristal Lares es similar, pero el único trofeo que busca es que otras mujeres sientan que “el mundo es nuestro” y se animen a recorrerlo en libertad.
La historia de la mexicana que viaja en bicicleta por Latinoamérica
A sus 23 años y sin ser una atleta de alto rendimiento, Cristal o Criz –sí, con zeta– salió de su natal Oaxaca junto con su bicicleta Anita. Tras nueve meses y 5,520 kilómetros pedaleando llegó a Colombia, después de pasar por Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Ahora está en Salento, en el eje cafetalero colombiano, donde vende pulseras para continuar su camino rumbo a Tierra de Fuego, Argentina, a donde planea llegar en enero próximo, cuando en el extremo sur del continente sea verano.
“¡Ay, pinche Criz!” es la respuesta que más recibía cuando contaba su plan de viajar en bicicleta. Justamente así nombró a su bitácora de viaje: La Pinche Criz. “Yo asocio el ‘pinche Criz’ como a decirme que viajar así (en bici) sería una locura”, dice en entrevista. Y cuestiona el porqué a las mujeres que quieren viajar solas generalmente se les advierte que algo puede pasarles. “A un hombre también puede pasarle algo”, agrega.
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Su plan inicial era completar la famosa Ruta Panamericana, que une los extremos norte y sur del continente americano, pero confiesa que “no le daba curiosidad conocer EU” y ya había viajado por México en bici y pidiendo aventones, así que fue sencillo decidir iniciar el camino desde Oaxaca.
Criz va sin prisas, no hay récord por cumplir, más que el de disfrutar de la amistad y la compañía de las personas que en estos meses –sin conocerla previamente– la han acompañado y ayudado.
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Su historia contrasta con la de Carlos Santamaría, un potosino que conquistó en 2017 el récord Guinness por pedalear de Alaska a Argentina en 117 días y cinco horas. Llegó a Ushuaia exhausto, escoltado por una camioneta en la que viajaban su hermana y su cuñado. Después odió la bicicleta, “no me volví a subir a una en tres meses. De hecho ya no tengo bici”, dijo al diario español El País.
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Si bien algunos atletas que se embarcan en la aventura de recorrer el continente en bicicleta buscan patrocinios, como lo intentó Santamaría, Criz salió de Oaxaca con los pocos ahorros que acumuló en un año de trabajo en una agencia de publicidad, tras graduarse de la universidad. Para sobrevivir en el camino hace pulseras y ha trabajado en hostales, de recepcionista y también en algunos proyectos breves de voluntariado.
En estos nueve meses ha dormido en su casa de campaña, en hogares que le abren las puertas o que encuentra a través del sitio Couchsourfing (CS) –una red mundial de gente que ofrece su casa gratis para hospedar a viajeros– y también Warmshowers, como CS pero enfocada en personas que viajan en bicicleta.
También ha participado en charlas sobre empoderamiento de las mujeres, en Colombia y Nicaragua. Además, en el camino ha conocido a otras mujeres ciclistas y viajeras que ahora admira.
Hasta el momento no hay tenido contratiempos, más que la ruptura (en dos ocasiones) de la cadena de su bicicleta. La última vez tuvo que conseguir la pieza y parar dos días. Al preguntarle si ha tenido algún temor durante el camino, responde que “miedo es lo que menos me da cuando estoy en la bici”. Ella viaja con la firme convicción de que una persona atrae lo que piensa: “yo pienso que si tú vas pensando solo cosas buenas, atraes buena vibra, solo vas a atraer buenas cosas. Si tú piensas lo bueno, atraes lo bueno”.
Si quieres ver la bitácora de viaje de Criz, puedes seguirla en Facebook o Instagram.