Venir a Mérida es para comer bien, disfrutar de su naturaleza y ser feliz. Paraíso para el descanso de un fin de semana, para establecerte una temporada, para trabajar vía remota o para divertirte con la familia y con el perro. Apenas llegues a la ciudad disfruta una de las cocinas más deliciosas de México. Recorre Paseo Montejo, sus barrios con nombres de santos, sus mercados con sus tortas de cochinita, su sopa de lima, sus pitahayas, sus salbutes, sus tacos de relleno negro… Y después de este recorrido puedes llegar a la playa en una hora. Cenotes por todos lados, calor todo el tiempo. Para que vayas con el plan hecho para tres días, échale ojo a estas recomendaciones y disfruta tu próxima excursión por la península yucateca.
PRIMERO LO PRIMERO
Volar de la Ciudad de México a la capital yucateca te tomará un par de horas y un par de miles de pesos si reservas con anticipación tus boletos de avión. Ya que hayas aterrizado toca base en el IOH Mérida Center, un nuevo hotel a 25 minutos del Aeropuerto Internacional de Mérida y a cinco minutos del Gran Museo del Mundo Maya y del Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI. Es ideal para alojarte solo, con le novie, con la familia y hasta con el perro. Puedes reservar una de las 136 cómodas y amplias habitaciones acondicionadas para trabajar y descansar, o bien nomás para pasarla bien. Algunos cuartos tienen Xbox. Disfruta de la vista, la alberca y el gimnasio en el último piso del hotel. Si consideras pasar una temporada de trabajo en la ciudad, aprovecha los salones de conferencias, la terraza y el auditorio. Desayuna, come o cena en el restaurante Nom Nom y prepárate para recorrer la zona.
IG: @iohfreestylehotels
QUÍTATE EL BLANCO OFICINA
Tempranito por la mañana toma un taxi o renta un auto y lánzate del hotel a recorrer la Costa Esmeralda hasta Telchac. Aparca en el recién remodelado Seahorse Club de Playa, tírate al sol y olvídate de todo lo demás. Hidrátate con una cerveza (o varias) y come un delicioso y bien servido aguachile. Luego quizá un trago con mezcal o un digestivo y, si te lo permites, quédate a disfrutar del atardecer en esta hermosa playa del Caribe mexicano. Si ya te dio flojera regresar, pasa la noche en una de las suites con vista al mar. Levántate tempra, sal al balcón y disfruta del amanecer. No te vas a arrepentir.
IG: @seahorsetelchac
MÉRIDA DE NOCHE
Cantinas, bares, restaurantes. El Paseo Montejo y el primer cuadro de la ciudad son los lugares habituales para toparse con un buen restaurante y cenar algo delicioso, ¡obvio!, para luego darse unos tragos coquetos y explorar la vida nocturna. Primero date una marquesita en la plaza y luego cáele a la terraza de Picheta (restaurante en un edificio de 350 años en el corazón de Mérida) a cenar algo ligero (o no). El menú es amplio: bisqué de langosta, tartar de salmón, tacos de camarón y de conejo al pibil, salbutes de plátano o ya de plano unos tacos de langosta. Son platillos de autor y todo es delicioso. Lo que comas dependerá de tu hambre, tu antojo y tu bolsillo. Luego un gin con frutos rojos para entonar, y de ahí directo al Salón Gallos, donde podrás iniciar, seguir o acabar la fiesta. Es galería, restaurante, winebar, cantina (dentro de un antiguo molino de avena); tiene sala de cine y el espacio es trashy pero encantador. Su menú se basa en la combinación de sabores yucatecos y libaneses, acompañado de una selección especial de vinos mexicanos. Tiene amplios espacios abiertos rodeados por enormes muros y vestigios del edificio original que dan el toque. Un must.
IG: @pichetamx + IG: @salongallos
MÉRIDA DE DÍA
Antes de regresarte al clima fresco y lluvioso de la Ciudad de México, date un rol (con gorra o sombrero) por el centro de la ciudad al mediodía. Visita sus mercados, sacia tu antojo con una torta de cochinita o unos taquitos de relleno negro. Mejor no llenarte demasiado, para que a continuación comas como Mérida manda en el Museo de la Gastronomía Yucateca, que ofrece los platillos tradicionales de la gastronomía regional. Tiene un patio espectacular en el que puedes beber un refrescante té de ramón, un coctel o una agua fresca de pitahaya. Si lo prefieres, puedes ingresar a uno de sus amplios salones para comer en forma: sopa de lima, panuchos, salbutes, papadzules, y si el hambre es feroz, un combinado yucateco con porciones generosas de cochinita y pollo al pibil, poc chuc, longaniza de Valladolid y cordero al horno. El espacio es además, como su nombre indica, un museo, por el que puedes darte una vuelta y aprender más sobre la deliciosa cultura gastronómica yucateca, para el desempance.
IG: @mugymx
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