A mediados del siglo XX, México vivió una revolución arquitectónica donde aparecen Luis Barragán y sus impresionantes casonas coloridas —visitadas por la mismísima Dua Lipa—. Pero hoy te llevamos a conocer la Cuadra San Cristóbal, uno de los sitios más instagrameables y secretos de este reconocido arquitecto.
Recientemente pudimos ver algunas fotografías de Dua Lipa recorriendo icónicos inmuebles de la Ciudad de México, como la Casa Luis Barragán diseñada por este arquitecto. Los muros color rosa, los espejos de agua y los acentos de luz que aparecen gracias a la posición de columnas son parte inconfundible de su obra. Aunque esta casa es la más popular, por toda la ciudad se ocultan proyectos llevados a cabo por Barragán, hasta en la hermana república de Satélite.
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Cuadra San Cristóbal, uno de los lugares más instagrameables de Satélite
Buscando sitios que nos inspiraran —porque ser adulto es muy, muy pesado—, llegamos a una imponente caballeriza diseñada alrededor de 1966 por Luis Barragán. Pequeño breviario cultural: Luis Barragán fue un ingeniero y arquitecto nacido en 1902, en Guadalajara. Su arquitectura emocional, como él la llamaba, le valió ser reconocido como uno de los artistas que le dieron identidad al México del siglo XX y en ser el único mexicano hasta ahora en llevarse el Premio Pritzker —importante reconocimiento del medio—.
Lo que hace este lugar tan secreto y oculto es que es una residencia privada, o sea, está habitada. Sin embargo, se conservan las visitas y recorridos ya que su valor artístico es enorme. Por otro lado, se encuentra a 35 minutos de la Ciudad de México y, aunque es un breve paseo en transporte público, pocos se animan a explorar. Mal ahí, chilangos, porque la sensación de estar en ese sitio es indescriptible.
La Cuadra San Cristóbal forma parte de una intervención en conjunto que incluye unas caballerizas —la Cuadra—, la Casa Egerstrom y la Fuente de los Amantes. Muy romántico el asunto. Todo esto dentro del exclusivo fraccionamiento Sateluco de Los Clubes. Este ambicioso proyecto fue terminado en 1969 y de inmediato sorprendió por la explosión de emociones que transmitía su aparente simpleza.
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Una arquitectura que se siente
Aquí te sentirás pequeño, literalmente, frente a los enormes muros y columnas que ordenadamente construyen la atmósfera de este sitio. Sin embargo, los enormes espacios construidos a partir del color y las formas geométricas abiertas dan la sensación de paz y tranquilidad que pocas veces se encuentra en la ciudad. Ni se diga del enorme espejo de agua que es un bebedero para caballos, es como un grito de libertad. Sus colegas concuerdan en que para Barragán la arquitectura no sólo debía ser funcional, sino emocional, debía sentirse y conectar con nosotros.
La disposición de cada uno de los elementos de la Cuadra San Cristóbal te transporta lejos de la Zona Metropolitana, como si estuvieras de visita en un pequeño poblado, lo cual fue intencional. Tras ganar el Premio Pritzker mencionó en su discurso: “En mis obras están los recuerdos del rancho de mi padre, donde crecí y pasé mi infancia”. Cada rincón de este sitio está cargado de recuerdos proyectados a la perfección a través de materiales que confluyen entre sí.
Una casa, caballos y la caída del agua
Pareciera algo complejo, pero recorrerlo es lo más sencillo. Al entrar lo primero que verás es la Casa Egerstrom, la cual fue diseñada para la familia Folke Egerstrom y sus caballos. La casa es de un blanco profundo, sin ornamentos, sólo enormes ventanales que permiten apreciar los jardines del conjunto. La fuente/bebedero para caballos es impresionante. El espejo sólo se ve perturbado por la caída de agua que lo alimenta y mantiene el nivel constante.
Barragán pensó a detalle los espacios de la Cuadra San Cristóbal. La caballeriza debía ser un lugar que los caballos pudieran disfrutar, así que el bebedero tiene la profundidad exacta para cubrirlos hasta la panza, así se podrían refrescar. Awñññ. Después está la caballeriza, un espacio calculado a la perfección como una secuencia matemática. Frente a esta un enorme área cobijada por la sombra de los árboles donde se puede dejar a los caballos.
Estos espacios son rodeados por enormes muros del característico color rosa que le gustaba a Barragán, otros cuantos lilas y una que otra cactácea perfectamente acomodada para no interrumpir con el ambiente atemporal y nostálgico de la Cuadra. Por donde veas, la gente aprovecha este lugar para tomar fotografías, para no olvidar la Cuadra y también para compartir en redes sociales, cómo no.
¿Te lanzarías a visitarlo? No hay duda, la Cuadra San Cristóbal es uno de los secretos mejor guardados de nuestra Capirucha y uno de los lugares más instagrameables. Aquí tus fotos quedarán como de editorial. Para visitarla es necesario que agendes una cita, puede ser directamente con el lugar, al correo [email protected] o aprovechar los recorridos que organizan distintas organizaciones como Fundarq.