A solo 12 kilómetros al sur de la ciudad de Puebla, encontramos Chipilo, un pueblo con inmigrantes italianos, calles angostas y pintorescas, donde el queso y la mantequilla son famosos.
Escápate de la CDMX y vive un fin de semana como si estuvieras en una pequeña Italia. Chipilo de Francisco Javier Mina es el nombre del pueblo que debes poner en Google Maps para sumergirte en una aventura que te transportará a 1882, cuando inmigrantes italianos se asentaron cerca a la ciudad de Puebla; convirtiéndose en grandes productores de lácteos y ganaderos.
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¿Cómo llegar a Chipilo desde CDMX?
Descubre este rinconcito italiano a 2 horas de la CDMX. Para llegar, lánzate al Municipio de San Gregorio Atzompa desde Puebla, solo debes tomar la carretera 190 que pasa justo a un lado del pueblo. Sabrás que has llegado cuando escuches a gente hablar chipileño, una variedad del idioma véneto.
¿Qué hacer en la pequeña Italia mexicana?
Aquí las tiendas de abarrotes se cambian por trattorias, pizzerías y neverías. En este pueblo italiano encontrarás el mejor queso de cabra y panadería, además de poder encandilar la vista con sus 4,500 habitantes de ascendencia italiana, que emigraron hace más de 140 años.
Si caminas por el centro no puedes dejar de entrar a su pequeña parroquia con una imagen de San Antonio de Padua, un santo muy venerado en el Véneto. En la plaza contigua verás el Centro Cultural Casa de Italia y el Museo de la Migración Italiana.
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A lo largo de la avenida, encontrarás un sinfín de puestos de comida locales para degustar un ristretto -el clásico café corto de los chipileños. No te sorprendas si te hablan en su lengua, ya que el 90% de sus habitantes la aprendieron en casa.
¿Cómo llegaron los primeros chipileños?
Con la reunificación de Italia en 1871, el Véneto -región del noreste que se extiende desde los montes Dolomitas hasta el mar Adriático- entró en conflicto y sufrió graves inundaciones que afectaron a muchos habitantes. En este punto de la historia, el gobierno de Porfirio Díaz quería modernizar México por lo que resultó conveniente atraer migración europea.
Entre 1881 y 1882 llegaron alrededor de 3,000 italianos al puerto de Veracruz y otras zonas, y Chipilo se fundó el 7 de octubre de 1882 por decenas de familias con apellidos como Berra, Dossetti, Colombo, Carnelli, que aún escucharás si vas a este pueblo. Los fundadores, a quienes se le prometió tierras para cultivos europeos, se dieron cuenta que no eran suficientemente fértiles por lo que tuvieron que cambiar sus planes.
Se reinventaron en la industria exportadora de queso y otros lácteos que por décadas mantuvo su economía, ahora el pueblo se mantiene por su fabricación de mueblería rústica que exporta a Canadá, Estados Unidos, Europa y Arabia Saudita; aunque los lácteos aún son exclusivos de la zona y dicen por ahí que los más exquisitos que probarás en la vida.
Y a pesar que su nombre oficial honra la memoria de Francisco Javier Mina, un militar y guerrillero navarro que luchó en la guerra de la Independencia; sus habitantes conocen a este pueblo como Chipilo y, desde las letras que resaltan la entrada, te lo demostrarán.