Entrar al sitio es como cambiar de época: te atienden meseros con sacos blancos y corbata de moño negro. En la tarima, la orquesta toca lo mejor de salsa y cumbia.
Verás caballeros solitarios, también hipsters, godínez, extranjeros, fresas y ficheras. Todos se reúnen allí para platicar, ligar y echar coto.
En los descansos de la orquesta hay música grabada con merengue, tribal, norteña y sinaloense para que nadie deje de bailar. Échate unos tequilas para darte valor porque aquí nadie se queda sentado.