Con un nombre innovador, inspirado en el teórico y activista bengalí Manabendra Nath Roy, este lugar es una propuesta deliciosa para quien quiera ir a bailar en un contexto privado en compañía de algunas caras públicas. Con la misma fórmula de entrada de Casa Roma, hay que materializarse en el corazón de la Roma y esperar que el portero decida tu entrada, si entras. Por fuera, un edificio aleatorio de la Roma junto a una paletería confunden al visitante. La banqueta, en plena obra, dificulta el paso a algunos tacones de aguja; antes de entrar, este lugar pareciera todo menos un templo nocturno.
Adentro te recibe un pasillo negro con tapiz con relieve, paso a paso, se van abriendo las áreas cuyo centro alberga una pista y el atrio del DJ. Las paredes y techos de placas de madera combinados con la decoración negra entre vidrios y pequeñas luces que te iluminan desde el piso te piden sólo una cosa: ve por algo de tomar y ponte a bailar. Arriba, un cuarto-terraza es la bendición para el fumador, cobijado entre paredes de madera, los cuatro columpios negros suspendidos y el gran vidrio frente a ti te harán voyeur inmediato de lo que sucede abajo. Los columpios son un peligro absoluto, con tanta gente, el más ligero movimiento provoca pérdidas de equilibrio y caídas, probablemente sería pertinente colocar algún otro elemento que fije un poco más esta diversión, están muy altos.
El lugar cuenta con una barra central con el tamaño necesario para cubrir las necesidades de todos aquellos en el atrio, también hay una barra pequeña justo a la entrada que funciona perfecto como parada en boxes por si prefieres quedarte en la zona de la entrada. Las habitaciones anexas al centro harán que quieras recorrer cada centímetro, la música te hará querer bailar a solas o en compañía, la cercanía de las barras te hará querer pedir todo lo que quieras de tomar. No te vas a querer ir.