Terminal Club: el sótano musical solo para antisociales y melómanos

No todas las terminales son de entrada atractivas. A la mayoría de ellas prefieres llegar acompañado, y una vez dentro, buscas tu vagón lo más rápido posible. En Terminal Club Antisocial pasa lo mismo. A solo un par de cuadras del Palacio de Bellas Artes, este lugar se siente en principio un poco hostil. Bajas unas escaleras y cuando llegas al sótano casi completamente oscuro y sin decoración sientes la necesidad de irte… ¡Espera! la bienvenida es apática, pero quizá se ponga bien en unos instantes.

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De qué va Terminal Club Antisocial

Su oferta coctelera es inexistente. En la barra solo encontrarás cerveza ($50), agua y mezcal ($100). Con eso es suficiente. Los pasajeros de esta terminal no vienen a ligar ni a hacer amigos; son unos nerds de la música y osados de mente.

La música es bastante radical y desafiante. Los dj’s y productores que ocupan el escenario no son recurrentes aquí ni en otros espacios. Este sótano se conoce por recomendación o porque se sabe quién va a tocar esa noche. En su página de Facebook hacen el anuncio; la mayoría de las veces los DJ’s son nacionales pero a veces vienen de otros países. Por aquí han pasado Mundance (Inglaterra), Sissel Wincent (Suecia), Ana Gartner (Colombia) y Tomás Urquieta (Chile).

Foto: Lulú Urdapilleta

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Carlos Cruz (Índigo) está detrás de este concepto alternativo. Lo creó influido por clubes under en Berlín y por Ensamble, su proyecto, en el que reúne a diferentes artistas en una casa en el bosque para convivir y crear música. Terminal Club Antisocial es el espacio donde artistas como ellos se encuentran para bailar (junto a su público) a ritmo de ambient, drone, cumbia sonidera, funk, doom, bass, jungle, gabber y hasta reggaetón.

Quizá a las tres de la mañana ya te sientas cómodo con la oscuridad del lugar. Y por si te interesa, aquí también surgen eventos como el bondage donde hay música que pone, así como juegos eróticos que, según el dueño, se mantienen bajo control. Sin lugar a dudas, una parada musical que no olvidarás.

(Por cierto, no te confundas con el letrero de la entrada. Es de Salón Bar, una cantina cerrada desde hace tres meses.)

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