¡Me encanta la tecnología y me encanta vivir en 2015! Y una de las tantas razones por las que la amo es porque facilita las interacciones entre seres humanos. ¿Cómo? Eliminándolas.
Por supuesto que sueno súper antisocial (lo admito, estoy consciente y sí soy un poco, la verdad), pero cuando pienso en todo el tiempo que me he ahorrado gracias a no tener que involucrarme en los rituales de la burocracia moderna para funcionar, agradezco ser así y agradezco a la vida por la tecnología.
En 2015 ya no quiero pasar minutos eternos explicándole al cajero del banco el trámite que quiero hacer y luego otros para que él me expliqué por qué no podré hacerlo; ya no quiero hablar por teléfono a una pizzería para hacer un pedido a domicilio, que me dejen esperando en la línea, y tener que lidiar con pubertos que, por más que les expliques, siempre mandan algo mal; ya no quiero tener que confiar en la eficiencia de una operadora para que me mande el taxi a la hora que pedí y a la dirección que, tal vez, haya anotado mal…
En general, no quiero que otro humano sea el intermediario entre una computadora y yo. Soy un geek control freak (también admito eso) y amo hacer yo mismo las cosas para evitar lidiar con los errores de otro: prefiero asumir sin culpa (y tragarme) los míos. Aprender.
Cuando viajo, a veces tampoco tengo ánimo de poner por educación una buena cara a la aeromoza o a la amabilísima señorita de la recepción de mi hotel; puede que esté cansado del viaje o, simplemente, no estoy de humor. No soy políglota, pero quiero un buen servicio y no tener que esperar años para encontrar un diccionario con el fin de pedir correctamente un rollo extra de papel de baño en mi habitación.
Estuve probando la app de la cadena de hoteles Marriott por un par de días y así me fue:
Hice por internet mi reservación para el JW que está enfrente del Auditorio (todavía no sabía que también la app sirve para reservar). Todo bien. Luego bajé la app.
Un día antes de mi estancia, por la tarde, una alerta me indicó que ya podía indicarle mi hora de llegada al personal mediante la app con el fin de que tuvieran mi llave y mi habitación lista. Lo hice.
Como el hotel ya tiene los datos de mi tarjeta desde la reservación, no es necesario que hable al respecto de mi forma de pago con el personal.
Llego un poco más tarde que la hora que estimaba, pero como me prometieron, mi habitación ya estaba lista (ya me había llegado una alerta para avisarme). En la recepción del hotel tienen un módulo especial para las personas que hacen check-in con la app, por lo que ya tienen mi llave lista y en muy pocos minutos ya estoy en mi habitación (¡y qué bueno, porque tenía prisa! Además, había bastante gente -sin app- esperando en recepción para ser atendida).
En un tiempo libre, exploro la app y veo que tengo ahí la información de mi reserva (fechas de entrada y salida, número de confirmación, información del hotel -ubicación, teléfono, etc.-) pero llama mi atención el apartado de “solicitudes”. Desde aquí, uno puede pedir cosas tan básicas como toallas, cambio de ropa de cama, artículos de tocador, que esté listo el valet para recibir o entregar el auto, ayuda con el equipaje o llamada despertador. Si sabes marcar un teléfono, sabes usar la app. Sólo vas siguiendo las instrucciones, el personal recibe la orden y en minutos tienes el servicio.
Hay otras peticiones que no están predeterminadas en la app, y aquí viene mi parte favorita: puedes chatear con personal del hotel (sí, admito que a veces es necesario un humano para comunicarte con él y recibir esa empatía y amabilidad que se necesitan). En esta opción puedes hacer cualquier petición especial antes y durante tu hospedaje. En menos de tres minutos (tiempo garantizado por políticas de la cadena) alguien comienza a chatear contigo con mucha amabilidad y como ya tienen tus datos en su sistema, te tratan por tu nombre desde el inicio.
El último día de mi estancia, decidí pedir mi desayuno a mi habitación usando el chat.
Lamentablemente, una de las desventajas de la tecnología es que no es infalible. Pero ahí es donde entran los humanos: la app se pasmó, y a los pocos minutos alguien me habló para explicarme la situación, ofrecerme una disculpa y tomar mi pedido de desayuno.
Después de desayunar, me llegó otra alerta indicándome que todo estaba listo para mi check-out. Confirmé los datos, pedí en la app que me enviaran la factura a mi mail, tomé mi maleta y eso fue todo. Salí.
Antes de tomar mi Uber, recordé que tenía que interactuar con un humano, pero no me molestó: fui a dejarle la llave, que casi me llevo “de recuerdo” por descuido.
En un futuro bien cercano, la app del Marriott promete que ni eso tendré que hacer porque la llave será virtual y me la mandarán a mi celular para que de plano ni pase a recepción: abriré con el teléfono la habitación.
Esta app funciona en todos los hoteles de la cadena donde se encuentra disponible, viene en varios idiomas (incluyendo el español), funciona las 24 hrs, es compatible con su programa de lealtad y recompensas y está para Android e iOS.
También mediante ella puedes solicitar una experiencia de realidad virtual que te llevará a destinos exóticos usando tu teléfono o una GoPro sin costo extra para grabar todas tus aventuras.