Los niños del siglo 21 ya prefieren los dispositivos electrónicos por encima de los juguetes tradicionales, así que sueñan con recibir un iPad en Navidad en vez de algo tan aburrido como un balón o algo tan peligroso como una bicicleta.
Pero a principios de los 80, cuando era imposible pensar que los Reyes Magos le trajeran a los niños una calculadora científica o una computadora Apple, existían opciones tecnológicas que se anticiparon incluso a la popularización de los videojuegos.
La mayoría de ellos no eran precisamente baratos, pero sí resultaban muy deseados, por lo que varios niños los obtuvieron gracias a que se portaron bien durante el año… o sus Reyes Magos no perdieron la chamba debido a las fuertes crisis o elevados índices inflacionarios de esos años.
Aquí presentamos siete juguetes que, seguramente, construyeron las bases para formar a muchos adultos gadgeteros de hoy.
2-XL
Durante la primera mitad de los 80, las fronteras de México estaban prácticamente cerradas a los productos de importación, por lo que tener las últimas novedades del mundo en juguetes era difícil.
En ese contexto, una de las empresas jugueteras que mejor comercializaba productos de vanguardia era Ensueño (“…tan bonitos como túuu…”) que en su catálogo tenía una importante cantidad de juguetes electrónicos.
El producto estrella era el 2-XL, un robot de plástico con el que el usuario podía interactuar mediante unos botones para responder trivias y preguntas capciosas (como “¿los peces tiene orejas?”) o hasta contar chistes.
La voz “robótica” en español de este juguete fue realizada nada menos que por Jorge Arvizu “el Tata”, uno de los actores de doblaje más icónicos de México (hacía las voces de personajes como Pedro y Pablo en “Los Picapiedra” o Cucho y Benito en “Don Gato”).
Fabuloso Fred
Este era otro de los productos estrella de esa marca. Se trataba de una caja de plástico con botones luminosos de colores que ofrecía hasta 12 juegos diferentes.
El más popular era una especie de “memoria” en la que el aparato desplegaba una melodía que, posteriormente, el usuario pudiera repetir con los botones exactamente como había sido reproducida primero.
Otros de los juegos, que terminaban siendo sorprendentemente parecidos, eran beisbol, invasores del universo y ataque submarino; inclusive, tenía una opción de piano para crear música. Por cierto, en su etiqueta tenía la leyenda “el increíble juguete electrónico”.
Corvette 255
Se trataba de un pequeño auto “computarizado” que se manejaba solo. Únicamente se tenía que abrir su cofre y, mediante unos botones con flechas, se podía programar sus movimientos hacia adelante, atrás, izquierda o derecha, además de encender sus luces, claxon o sirena.
Prometía que se podían programar hasta 2 mil 816 combinaciones diferentes de movimientos y era muy común que a los papás no les gustara porque, prácticamente, “se jugaba solo”.
Bat-trax y Spider-trax
Los antecesores del Corvette 255 (o simplemente “auto computarizado” para los cuates) son estos dos vehículos un poco más austeros que tenían a personajes como Batman y Spiderman. Eran una especie de tanques todoterreno con “superhéroes incluidos” que no eran especialmente bonitos, pero su autonomía era sorprendente para los niños de la época.
Superman Volador Articulado
En el techo del departamento de juguetería de los supermercados era común ver estos muñecos voladores, que no eran más que un Superman, Batman, Spiderman y hasta Super Ratón (un famoso personaje de historietas) o Dumbo que giraban en círculos gracias a un pequeño motor que estaba conectado a ellos mediante un alambre.
Sólo había que adherirlos al techo y disfrutar como bobos viendo cómo daban vuelta estos juguetes cuya “gran novedad” era que se le podían mover los brazos, piernas y cabeza.
Cine a la Mano
Otra empresa juguetera importante de aquellos años que traía productos innovadores era Plastimarx (“…son bonitos… son durables… son jugueeetes Pastimarx…”), que en su línea tenía el catálogo de Fisher Price.
El “Cine a la Mano” era una especie de visor al que se le introducía un cartucho y, dándole vueltas a una manija, se podía observar, a través de un visor, un corto completo con personajes de Walt Disney.
Se podía ver en cámara lenta o en reversa, todo a color, lo cual era muy novedoso para la época. ¡Era un cine personal antes de que existiera YouTube!
Dentro de la misma gama salió el “Tele Cine Mágico” o a veces también le decían “cinito mágico”, cuyo funcionamiento era similar, pero la diferencia era que la película podía verse en una pantalla e, inclusive, después hubo una versión que proyectaba la imagen en una pared.
Micro Hornito
Otra marca icónica era Lili Ledy (que, en realidad, era la conjunción de “Muñecas Lilí” y “Juguetes Ledy”), y uno de sus productos estrella era el Micro Hornito (mejor conocido como “hornito mágico”).
El chiste de este juguete era que ¡horneaba pasteles de verdad! Por lo que traía una mezcla especial para prepararlos o había una receta especial para generar una masa que servía igual.
El gran despliegue tecnológico era muy simple: horneaba el pastel gracias a que, en su interior, se colocaba un foco de 100 watts. ¡Era tecnológico e ingenioso!