Conexión a internet

 

… telefónica

¿Qué se pierden?

¿Te acuerdas cuando tus papás nomás te dejaban conectarte un par de horas al día, porque “qué tal que alguien llamaba”? O cuando, desde la cocina, tu mamá te gritaba que “colgaras” porque quería llamarle a tu tía Menganita.

Otra belleza: cuando la compu se empezaba a conectar y hacía un sonidito largo y angustioso que muchas veces se quedaba atorado (si te da la nostalgia, escúchalo acá). Cuando por fin podías conectarte (y ya habías gastado 10 de las 100 llamadas gratis al mes, en UN día), la conexión era lentísima… pero nos encantaba.

 

¿Por qué era bonito?

Porque no crecimos con el internet, y no lo dábamos por hecho. Nos fascinaba. Aunque todavía le decían “súper carretera de la información” y estaba en pañales, veíamos en internet el acceso a la globalización cultural: conocer gente de distintos países, intercambiar información, chatear con los amigos…

 

¿Qué tendrán en lugar de eso?

Nacerán con internet. No se maravillarán con ella. En lugar de eso, conexiones de más de 2 gigas de velocidad y descargas rápidas. Cuánto los envidiamos.