Hace tiempo te llegó una notificación a tu celular. Te agregaron al grupo: “Los Caricachupas”, tus cuates de toda la vida. Todo estaría bien, de no ser porque después de descubrir la posibilidad de mandar mensajes comunales a través de los grupos de WhatsApp, todos se subieron al tren y nos agregaron a CIENTOS de ellos.
El del trabajo, el de los amigos del trabajo, el de la familia, el del intercambio de Navidad, el de las mamás de la escuela —si tienes chavitos—. Ahora formas parte de seis grupos, de los cuales, recibes incesantes notificaciones todo el día.
Pero, ¿qué hemos vivido y sufrido en ellos? Aquí hicimos un conteo:
1. El evangelio nuestro de cada día
Por algún extraño motivo, ciertos personajes se las dan de profetas evangelizadores. Nos surten todas las mañanas —ah, porque tiene que ser tempranito— de toda clase de rezos, imágenes de santitos, cadenas salvadoras. Pero ahí no acaba la cosa, si uno osa decirles que le bajen un poco a su intensidad, su halo de santidad y espiritualidad se convierte en cuernos endiablados y negros que aseguran que nos iremos directito al averno.
2. La cachondería
Uno de tus amigos te manda una imagen que dice: “éste es mi nuevo número”. Al abrirla, aparece un hombre con un paquete del tamaño: “quítate, que ahí te voy”. El problema es que tu jefe está a escasos cinco centímetros de ti, así que prepárate para recibir un estruendoso grito que diga: “¡GODÍNEZ!”. O bien, nunca falta quien manda un mensaje de voz que al abrirlo, se convierte en una sinfonía de orgasmos que escuchas a todo volumen.
3. El final de los grupos
No hay nada más deprimente que ver que todos se han salido de un grupo y que sólo quedas tú como administrador. Tan canallas, tan malos, tan infames. ¡Mínimo hubieran hecho una ceremonia de despedida!
4. Los 398 mensajes en tu celular olvidado
Tu jefe te pide que le prepares unos textos y que se los entregues en media hora. Tú, muy consciente de tus obligaciones, te olvidas un rato del celular y lo pones en silencio. Cuando haces formal entrega de tu impecable trabajo y te metes a ver los mensajes que has recibido: ¡oh, sorpresa! 398 mensajes de TODOS los grupos a los que perteneces. Y aquí vamos a leerlos.
5. Cuando descubres la función: silencio
Ya sea que la elijas por ocho horas, una semana o incluso un año. Una vez que descubres esta maravilla dejas de escuchar la campanita —o el sonido que hayas elegido— para ese grupo. Una chulada de invento.
6. El momento decisivo
Ya aguantaste vara por un buen tiempo, pero francamente te tienen frito con las conversaciones sin sentido. Ya probaste ponerlos en silencio, pero eso no quita que veas la cantidad de mensajes que se gestan a diario. Llegó el momento de tomar una decisión: salirte o no salirte.
7. Las palomitas azules
Lanzas un chiste. Poco a poco, al desplazar la pantalla hacia la izquierda, te das cuenta de que sólo falta uno por leerlo. A los cinco minutos: palomitas azules. Todos han leído tu fabuloso chiste y nadie esbozó una sonrisita, ni siquiera un miserable emoji. Nada. Oh, gran derrota.
8. Los memes
Los preferidos son los referentes a la llegada del viernes y de la quincena. Momentos épicos de felicidad que necesitan ser compartidos oportunamente. Claro, nunca falta el que hace chistoretes de alguna noticia que vio en la televisión.
9. Cuando le pierdes el hilo a la conversación
A tu jefe se le ocurre explicarte algo referente a tu chamba en el grupo de WhatsApp. Pero, sinceramente, no entiendes nada. Todo se solucionaría si te marcara por teléfono y te lo explicara de viva voz, pero sabes que eso no va a pasar.
10. El que, al parecer, sólo tiene amigos por WhatsApp
Saluda por la mañana; manda fotos de su comida; les cuenta a todos sobre los problemas que tiene en su oficina. Vamos, no está mal que quieran crear un poco de empatía, pero… ¿esto? ¿Neta? ¡Que alguien rife un amigo para este joven, por favor!
11. Los fantasmas
Son aquellos que sólo se meten a leer lo que han escrito todos, pero jamás participan. No se ríen, no comparten nada. Son entes que están ávidos de enterarse del chisme, pero que no aflojan ningún tipo de información útil —o inservible— para el grupo.
12. La ventaneada
“Ramón, te vimos ayer con una chica, pero se veía muy diferente a Paty, ¿se cortó el pelo?”. No, Ramón no estaba con Paty, sino con Laura. Ahora todos se han enterado de la corneada que le está metiendo a su chica.
¿Qué otras cosas han vivido en este mundo paralelo de la tecnología?
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