Desde que éramos niñas nos la cantaron duro y directo: ‘Mira hijita, cuando tengas a tu descendencia vas a saber lo que es el dolor’. Y entonces a una le empezaron a llover ideas acerca de eso: ‘oh, sí, la maternidad subrogada es la onda’ o ‘ash, ¿como para qué traer más niños al mundo?’.
Si ustedes son de las que pensaron aquello, calma, tampoco es el fin del mundo.
Cuenta la leyenda que el nacimiento de un chamaco implica cierta violencia y ¡cómo no!: uno que estaba tan cómodo recibiendo comida sin pedirla, con toda la paz que producía saberse protegido por una enorme panza… Pero, de repente, tómala, comienzas a sentir que tienes que salir y te topas con una bola de señores en bata azul que te limpian, te hacen llorar y una doña que… esperen… esa voz la reconozco, ¡durante 9 meses la escuché!
Toda esa situación estresante hace que el parto se convierta en una experiencia traumática. Pero no necesariamente tiene que ser el origen de todo lo malo que trae una persona. Ni el parto debe ser tan doloroso.
Silencio… que están durmiendo
El parto orgásmico es una tendencia en el siglo XXI. Pero, esperen, tampoco se imaginen que la cabeza de la mujer dará vueltas y comenzará a gritar de placer al estilo ‘El Exorcista’. No. La explicación de esto es la siguiente: el bebé baja por el canal de parto, que es el mismo lugar que se estimula por el pene durante una relación sexual. Además, al dar a luz, una mujer segrega las hormonas del placer: prolactina, oxitocina y beta endorfinas. Voilà.
Primera prueba superada.
En esta modalidad del nacimiento hay que procurar que las condiciones del lugar donde se vaya a dar sean las más pacíficas: oscuridad, silencio (tampoco significa que no puedan poner un poco de musiquita o que la mujer no pueda gritar como nos dijeron que a Katie Holmes se le exigió, gachos). En el ambiente se debe respirar paz. Así que nada de cámaras, luces brillantes y un séquito de personas que griten: ¡puja, puja! No. Olvídalo. Aquí no es así. Hay que procurar que las condiciones del cuarto sean las más propicias para que el parto sea espontáneo y que la mujer pueda tener una experiencia casi religiosa.
Segunda prueba, check.
¿Pa’ qué tanto grito si el suelo es parejo?
Esa sentencia que nos dijeron desde que éramos chiquitas (‘parirás a tus hijos con dolor’) nos genera una expectativa que friega todo el asunto. Por eso a la mera hora nos preparamos para sufrir como nunca y, pues claro, tensamos los músculos, segregamos adrenalina por el estrés y nuestra percepción del dolor aumenta.
El hecho de obligar a la mujer a acostarse a la hora del nacimiento le quita libertad de movimiento, aquí lo que queremos es que ella se sienta a sus anchas y se mueva como le dé su regalada gana.
Pero ¿cómo lograr esto?
Bueno, la cosa funciona así: debes llenar una tina con agua calientita, donde el cuerpo femenino se pueda mover libremente, incluye pelotas de dilatación (como las que se usan en Pilates) y la mente libre de expectativas de dolor. Con esto poquito el orgasmo puede resultar lo más placentero de tu vida.
Compañía discreta y práctica
Se recomienda que la mujer que busque tener un parto orgásmico esté acompañada por personas cercanas, como su pareja y otra persona que la calme durante el evento. Olvídate de la epidural. Sí, ya sabemos que en ese momento las mujeres lo piden a gritos, pero para que puedas tener un orgasmo durante el parto hay que estar muy consciente de lo que está pasando en tu cuerpo y de las reacciones que estás viviendo.
Olvídate de la cesárea
A menos que el bebé esté volteado o que el cordón umbilical lo esté ahorcando, el parto natural siempre será mucho mejor. Dicen que cuando un chimpancé da a luz mediante cesárea, pierde el interés por su cría. Tampoco es el caso de las mujeres. El caso es que el parto natural siempre tendrá sus beneficios, como una recuperación más rápida y un nexo mucho más cercano con su bebé. (Lo cual no significa que actuarán como los chimpancés si tienen una cesárea, pero lo natural, siempre será lo más recomendado).
Igualmente, esto del parto orgásmico es una forma de liberación sexual, una manera de sentirse libres de ataduras y de todos los tapujos que también nos inculcaron desde la cuna. Así que si eso del dolor no es lo tuyo (¿de quién sí?), quizá podrías inclinarte a que tu bebé llegue al mundo con una mamá feliz y en éxtasis.