Para muchos de nosotros es como si no hiciera escala y de pronto, por ejemplo: venimos en el coche y todo mundo viene hablando de la fiesta del día anterior ya ti, sin decir agua va, se te sale algo como: “sí, qué buena chaqueta la del otro día”.
Claro está, la conversación se detiene, todos se te quedan viendo y tú te preguntas cómo fue que llegaste a ese lugar… aparentemente de la nada. Pero, si lo analizas tantito, podrías entender de dónde viene. Tal vez pasó algo como esto: venías platicando de la fiesta con tus amigos, el sol te empezó a dar directo en los ojos, te acordaste que para cuando salieron de la fiesta ya había amanecido. El sol te está quemando y pasa el vendedor de aguas y piensas que eso te podría aliviar el calor, aunque bueno, luego hilas que hay diferentes tipos de calor; como la calentura que te agarró el otro día en el embotellamiento. Te acuerdas que hay formas de entretenerte en el tráfico cuando te agarra la calentura y recuerdas el otro día que te masturbaste. Comentario final: “Sí, qué buena chaqueta la del otro día”.
Digo, este ejemplo es muy simple, hay conexiones cerebrales mucho más complejas. El chiste es aprender a notar qué idea nos llevó a la siguiente y cómo fue que terminamos parados en el lugar en el que estamos… porque muchas veces, sin darnos cuenta, terminamos tomando decisiones sin saber por qué. Simplemente nuestro cerebro hizo un enlace directo –aparentemente– y ya no supimos qué ocurrió.
Y así tomamos prácticamente todas nuestra decisiones, es como cuando estás platicando con alguien que te gusta mucho, se lo dices y de pronto él te contesta: “está chido, empecemos por ser amigos” y tú te enojas, lo mandas a la chingada y le dices que tú, no eres amiguita de nadie.
Si te vas paso a paso, podrías descubrir cómo fue que llegaste a esa conclusión. Para empezar sólo escuchaste la palabra “amigos”, que te llevó a tu última relación en la que fuiste la “amiguita” de alguien por algún tiempo y nunca pasaste de ahí, que a su vez te llevó a la imagen de tu mamá diciéndote que ser la amiguita de un hombre es no darte a respetar y que, finalmente, te transporta a un evento cuando tenías 6 años en el que tu papá le gritó a tu mamá que era una golfa por tener amigos hombres; que las mujeres que se quieren y respetan a sí mismas y a sus maridos, no tienen amigos hombres.
Lo interesante de esto, estaría en aprender a notar tus reacciones automáticas como enojarte, alejarte, entristecerte, actuar como que no te importa, cerrarte, etc.
Cuando te sientas así en alguna situación, sigue a tu tren estación por estación… eventualmente encontrarás la estación de origen y todo –finalmente– tendrá sentido. Así, la próxima vez que te caches haciendo las mismas conexiones y llegando a la misma conclusión, para y revisa el recorrido del tren. Tú puedes cambiar el destino del tren, súbete en él, manéjalo y establece tú las nuevas rutas.