Cuando alguien menciona que le latiría ir a un bar swinger el fin de semana, regularmente quien lo escucha le lanza una mirada de suspicacia y le clava la daga: “¿qué? ¿ahora quieres que te obliguen a tener sexo con varios? ¿ya se les acabó la imaginación a tu pareja y a ti? Estás en drogas”.
Desafortunadamente, aún se cree que el estilo de vida swinger implica tener relaciones con otras parejas aunque uno así no lo quiera. Que ya te aburrieron los contoneos de tu pareja y que prefieres ponerle Jorge al niño con otras personas excepto con ese engendro con el que despiertas, comes y convives todos los días.
Pues no, no se trata de eso. Ser swinger implica un mutuo acuerdo entre la pareja para que ambos se sientan satisfechos con su vida sexual, de una forma abierta y consensuada. Un página más de la diversidad sexual.
La invitación
Cuando me invitó Luna, miembro de Arrimón Consensuado, a visitar el bar Lupita Roma, me agradó la idea. Conocer de cerca cómo es la dinámica de un lugar así no es para mandar al diablo la propuesta. Así que me lancé en compañía de otro compañero de esta venerable redacción y una amiga de él.
(OJO, LUPITA ROMA CAMBIÓ DE DIRECCIÓN. DALE CLIC A SUS REDES SOCIALES Y ENTÉRATE). El sitio está ubicado en Luis Moya 59, segundo piso, en la Colonia Centro. Por fuera, el lugar podría pasar por un simple edificio que durante el día se llena de burócratas que llegan a las 8 de la mañana a su trabajo y que esperan con ansias a que sean las 6 de la tarde para salir de la chamba.
La cosa cambia cuando uno se asoma. Las escaleras que llevan al bar son, textual, como diría Led Zeppelin ‘a Stairway to Heaven’. Durante los fines de semana, la cita es a las 10 de la noche. De hecho, de 10 a 11 hay la promoción de entrada en 400 pesos para parejas, con alipús incluido.
Al llegar al segundo piso, uno entra a la terraza donde está el bar, varias mesas y un potro del amor, estratégicamente ubicado en un rinconcito del lugar. Algo así como quien no quiere la cosa.
Hugo y Lupita Roma son los anfitriones y la verdad es que en todo momento te hacen sentir a gusto. Si crees que al entrar todos te voltearán a ver de forma escudriñadora, olvídalo. Llega un momento en el que uno dice: ‘ah, caray, ¿por qué diablos desperdicié mi tiempo en otros bares aburridos?’.
Hugo nos ofreció un tour por el lugar. Aún no había gente, pues era muy temprano, si acaso un incauto que llegó para ver de qué lado mascaba la iguana. Así que nos perfilamos para ver en dónde se darían las batallas.
El glorioso inicio
Adentro hay una pista de baile rodeada por varias mesas pegadas a la pared de manera que, como nos comentó Hugo, uno haga contacto visual y posteriormente acuerde algún encuentro. No en vano se dice que de la vista nace el amor.
Al fondo están el cuarto de parejas, el de tríos y otra pista de baile más pequeña (y más ocultita). Y sí, poco a poco se llenó de agua el coco. Algunas parejas ya habían elegido sus lugares en las mesas de la pista hasta que de repente, todas las mesas estaban ocupadas.
Decidimos esperar sentaditos a que diera inicio el show. Las luces se apagaron y una chica con una mini falda hizo su aparición. De pronto comenzó a bailar y contonearse… y vaya que sabía mover el bote. Poco a poco fue desapareciendo su ropa y ¿por qué no? los bailes dejaron de ser sobre la pista y comenzaron a ser sobre los chicos que la miraban.
La cosa se empezaba a poner color de hormiga. Cuando llegó el momento de deleitar a las mujeres que estábamos ahí, salió un muchachón que poco a poco nos dejó ver qué traía debajo de la ropa. Ah, canijo… casi nos saca un ojo con tremenda herramienta.
Para ese momento todos estaban con la llamarada de la fiebre de sábado por la noche. El show se tornó en algo más extremo cuando ambos bailarines le dieron gusto al gusto en la pista. Pues como la misma Lupita nos comentó: así la gente se desinhibe y suelta las riendas. Y cómo no. Nos dieron una muestra de cómo hacer todo el Kamasutra en 10 minutos.
¡Y arrancan!
Pero no sólo hay que estar atentos al show y eso lo saben muy bien quienes ahí estaban. Una vez que se dio por terminado, una pareja compuesta por una mujer venezolana ataviada con un diminuto, justo, justo vestidito azul y un argentino, entrado en años, se lanzaron al cuarto de tríos. Otros más les siguieron sus pasos. Al asomarnos, pudimos ver en la penumbra que ella estaba recostada en un sofá dándole duro y tupido con un tipo. Ya se había organizado una gang bang. Su cuckold (o sea, el cornudo pues) observaba mientras ella era la protagonista de la faena.
Poco a poco se fue llenando el cuarto hasta que se juntaron varios que sólo miraban, otros que entraban para hacerle el quite y otros más que les servía de inspiración para hacer lo propio.
Eso sí, todo consensuado. La mujer previamente accedía (o no) a echarse un tiro con quien se propusiera como candidato. Pues de esto se trata: todo debe ser aceptado por la pareja.
Cuando le preguntamos a Hugo y a Lupita por el tema que probablemente te preguntas en este momento: la seguridad, nos comentaron lo siguiente: ‘las personas que participan en esto saben cómo funciona. Traen sus condones y todos se cuidan entre todos’. O sea que no crean que esto se convierte en una fiesta de ITS gratuitas, puesto que son conscientes de los cuidados que deben manejar.
Y no sólo eso, tanto los anfitriones como el personal de servicio que ahí labora están pendientes de lo que ahí sucede. Aunque, en realidad, todo se desarrolla en un ambiente muy relajado.
Algunos entraban al cuarto de parejas, otros más se quedaban a observar el cuarto de tríos y unos cuantos despistados se quedaban en la pista principal a echarse un trago. Cuando me senté a observar el lugar, un tipo se acercó para invitarme a bailar. Están tan habituados a las reglas, que cuando uno se niega, se retiran sin más. O sea que no se imaginen que los pondrán con esposas y látigos para obligarlos a hacer algo que no quieran.
El ir y venir de las parejas que acordaban algún intercambio entre ellas no cesó durante toda la noche. Si acaso algunas se sentaban para descansar un rato, retomar fuerzas y volver allá atrás, donde desquitarían todas las ganas acumuladas durante la semana.
En el cuarto de parejas entran con la intención de ser vistos o de hacer intercambio con otras parejas. Eso sí: si alguna chica quiere intervenir y la pareja accede, va. Los hombres solos no pueden entrar aquí.
En el cuarto de tríos la cosa es diferente. Tanto parejas como chicas o chicos solos convierten el lugar en un banquetazo.
La historia del club
Lupita comenzó en sociedad con Pedro López, fundador del primer club swinger en el DF. Antes de ello, las reuniones swinger se realizaban en departamentos de parejas que se conocían entre sí. Una onda un poco más clandestina.
En un inicio estaban juntos en la Pizzería Roma, pero después Lupita decidió formar su propio negocio hace nada más y nada menos que… 19 años (creemos firmemente que Lupita hizo un pacto con Dorian Grey porque se ve muy muy joven). Al lugar decidió llamarlo Lupita Roma y es de los pioneros que cuentan con un espectáculo.
¿Cómo era todo en ese tiempo? ¿A poco sí eran muy apretados?
Curiosamente, Lupita nos comentó que en aquel entonces la gente era más desinhibida (sí, mucho más destrampados que ahora). ‘En ese tiempo era el lugar prohibido y llegaban a vivir sus fantasías. De hecho, antes no había cuartos oscuros, todo se daba en el mismo salón y en la pista. El mismo roce de las parejas era la invitación para tener contacto. De hecho me tocó ver algunas parejas que estaban tan excitadas que se tiraban al piso’.
¿Qué tal? Así, sin tapujos.
¿Cómo manejaban la seguridad? ¿Se les ponían al tiro los esposos celosos?
‘La comunidad swinger es muy respetuosa. Es un sí o un: no, gracias. Jamás nos tocó ver algo que nos cambiara toda la rutina. Otra cosa, la gente trae sus propios condones, pero aquí también tenemos. A mitad de los eventos lanzamos el comercial de que se diviertan con responsabilidad’.
Pues sí, para qué arriesgarse a lo tarugo.
¿Cómo reacciona la gente que viene por primera vez? ¿Se espantan?
‘Muchos vienen con plena conciencia de lo que sucede aquí. Otros quieren cumplir sus fantasías y algunos vienen con curiosidad de saber qué es lo que pasa. Nosotros siempre les preguntamos si ya conocen el ambiente y si saben de qué se trata. Me ha tocado ver esposos que llevan a sus parejas sin decirles a dónde van, pero esto es un error. Es llevarla con engaños y esto ocasionaría un problema. Nosotros les decimos que están en un ambiente liberal y que es un lugar swinger. Si acceden, bienvenidos. También me ha tocado ver cambios. Por ejemplo, señoras que han venido con pantalones, el cabello desarreglado y muy cerradas. Después de vivir esta experiencia, regresan totalmente transformadas: con peinado elaborado, vestido y muy bien arregladitas’.
¿Cuál es el público que visita estos lugares?
‘Hay de dos: quienes me siguen desde hace muchos años y las parejas jóvenes que se interesan en tener otro estilo de vida y vivir este tipo de experiencias juntos’.
¿Qué temáticas llevan cada noche?
‘Antes sólo se abría los fines de semana, pero ahora también se abre los miércoles. La fantasía más común es armar un trío con la pareja y como también a mucha gente le interesa participar en gang bangs, los miércoles son específicamente de estos temas. Los viernes y los sábados son mixtos. Y bueno, cada fin de semana se arman temáticas diferentes según la época: playeras mojadas, disfraces, noche mexicana’.
Y la neta, Lupita, ¿viene gente conocida?
(Risas) ‘Sí, cómicos y artistas vienen para acá. No puedo decir sus nombres, de hecho algunos piden pasar a un lugar donde no sean muy vistos y se les ubique. La luz tenue ayuda mucho. Lo que nos ha pasado mucho es que algunas personas se han encontrado aquí con familiares, amistades o vecinos y en cuanto esto sucede, se retiran. O lo peor: cuando los papás de un chavito se encuentran con otros papás del kínder de sus hijos, pero pues por más que uno quiera, ya se vieron y deciden mantenerse al margen’.
¿Se puede entrar a ver, sólo ver y nada más que ver?
‘Sí, aquí hay varias opciones. Si eres voyerista o exhibicionista, eres bienvenido. Además, muchas parejas se olvidan si alguien más las está observando, digamos que están en lo suyo’.
¿Y dejan ropa olvidada?
‘Sí, se han encontrado tangas y todo tipo de ropa interior’.
La cosa está así: los viernes y sábados, la entrada está en 500 pesos para parejas (con bebidas incluidas) y como les mencionamos anteriormente, de 22:00 a 23:00 horas hay promoción. Si traen lo que van a tomar, sólo deben pagar 300 pesos por pareja. Chicos solos pagan 500 pesos y las chicas solas, entran gratis. Los miércoles la entrada está en 100 pesos para todos, siempre y cuando lleven su bebida o tengan un consumo mínimo de 100 pesos. Las chicas también entran gratis.
Se pueden lanzar los miércoles de 7pm a 12am y los viernes y sábados de 10pm a 4am. Para que se enteren de sus eventos, entren a su Facebook o a su Twitter.
¿Qué pretextos le ponen? Ya, pues, dejen de rasgarse las vestiduras y vayan a conocerlo.
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