Sí, sí, todos se hacen los valientes cuando retan a otras personas a utilizar las palabras correctas para designar a cada cosa con su nombre. Ay, pero tampoco sean lanzados… O sea, cuando preguntamos por qué los niños tienen esa cosita que les cuelga (sí, bueno, entiendan que estamos hablando de niños), nos explican: ‘sí, hijita, ellos tienen pilín y tú no’. ‘Pilín’… Ew.
Nos valemos de eufemismos, pues la sola idea de llamar las cosas por su verdadero nombre (como puede ser a la hora de decir “pene”) aún puede sacar ampollas. Y no sólo cuando nos referimos a la chaviza –para explicarles temas escabrosos–, también entre adultos optamos por llamar a las cosas con otro nombre. Ya sea por pena o por nuestra magistral forma de hacer de todo un albur, incluso sin decir una palabra ‘fuerte’, como un: ‘¿Ya lo metiste?’ para lo cual no falta quien torna la mirada, esboza una sonrisa pícara y dice: ‘cual Deborah, mi valedor. Y qué rico ¿no?’. Ja, ¡bendita chispa la que tenemos los mexicanos!
Pero también hay palabras que a pesar de ser groserías o sonar ‘fuertes’ entre nosotros, pues en otros países significan cosas cotidianas o simplemente: ¡es el nombre de las cosas! Así que, bueno, aprendamos a decir las cosas como son.
1. Verga: Ah, jijos. Palabra fuerte, ¿no? En el sentido coloquial, en nuestro país, cuando alguien la pronuncia hace referencia a una sorpresa o al pene, pero de una forma digamos… poco ortodoxa. Pero en otros países como Bolivia, lo utilizan para decir borracho o en Venezuela la usan básicamente para nombrar TODO. Por ejemplo, en caso de negación con enojo: ‘ni de verga’; de cobro de mora: ‘me pagas mi verga’ (y no, no hace alución a ninguna actividad sexual ilícita); para mandar al diablo: ‘¡a la verga!’; timidez: ‘me da verga’ (no, tampoco están pidiendo que den para su ‘calaverita’); inicio de bronca: ‘¿cuál es la verga, chico?’ (tampoco hace referencia al tamaño).
2. Anal (léase: sexo anal): No se hagan, hablamos de aquello a lo que llaman: ‘darle por Detroit, llegar por la puerta trasera, etc’. Sexo anal, punto. Decirle por su nombre no quiere decir que a todos les guste o que todos lo practiquen, no. Significa que estamos en una sociedad en la que a las cosas hay que hablarles de frente, y evitar apodos que sólo confunden y denotan una cultura poco vasta. Vaya, que no eres un ignorante que no ha leído ni el libro vaquero.
3. Carajo: Bendita palabra. Cuando uno está enchilado y la pronuncia es como una catarsis: ‘¡Carajo!’ Ahhh… Qué alivio. Pero eso sí, hay que cerciorarse de que no haya alguna persona sensible que se ponga la mano sobre la boca y salga corriendo (aunque verdaderamente ya son pocas quienes se alarman). Y bueno, según la Real Academia Española también significa ‘miembro viril’, así que pues ahí dirán ustedes qué tranza.
4. Coño: Es curioso, pero la mayoría de las palabras que nos esquilman están relacionadas con el sexo de las personas… En fin, la palabra que ahora nos ocupa también es una expresión dicha para cuando nos encabrita algún asunto. Sin embargo, en Chile significa tacaño o miserable. ¿Qué tal, eh? Y bueno, como no somos los únicos que no llamamos las cosas por su nombre en otros países han optado por ponerle apodos a la vagina, como por ejemplo en Argentina también se le conoce como cajeta (jamás pidan que les vendan cajeta porque en una de esas los meten al bote por solicitar cosas indebidas).
5. Culo: Illya Kuryaki nos la hizo cantar mil veces al compás de un cadereo intenso: ‘A mover el c..lo, a mover el c…lo’ y le quitó ese carácter oculto y prohibido, pues además era como evidenciar algo que… vaya… a todos nos gusta mover (y ver, je).
6. Coger: Tirar, ponerle Jorge al niño, clavar, echarse un palo, empiernarse… En fin, hay mil formas para no decir: sexo. Sin embargo, esta curiosa palabra en Chile significa tomar: ‘voy a coger el camión’; ‘¿me dejas coger una manzana?’… nada relacionado con alguna parafilia extraña…
7. Mierda. También conocida como ‘caca’. Sí, nos enseñaron desde chiquitos que no debemos decir a qué vamos al baño y… francamente qué bueno. Eso de escuchar a alguien que diga: ‘permiso, voy a hacer caca’, pues como que a uno le vale eme a qué va al baño. Mierda también es utilizado para expresar sorpresa, enojo o desaprobación de alguna cosa.
8. Glande. Prepucio, escroto… Todas las partes del pene nos causan ampollas cada vez que las mencionan y quizá ni ubicamos a la perfección cuál es cuál. Bien, ahí les va esa: el glande es la cabeza del pene, (no sean manchados y vayan a utilizarla para decir que sólo la puntita: ‘nomás el glande’). El prepucio es la piel que cubre el pene, la que quitan con la circuncisión (auch) y finalmente el escroto que es el tejido de piel que cubre los testículos y que toma la forma de ellos.
9. Senos. En realidad, cuando una mujer se refiere a los suyos es raro que diga: ‘ése bra no le queda a mis senos’, se emplean otros apodos como gomas, lolas, chichis, melones, pechuga o bien, tetas.
10. Masturbación. Regularmente escuchamos a una mamá decirle a un niño que la está esperando desde hace horas en el súper y que finalmente encontró con qué divertirse: ‘¡déjese ahí!’, aunque el chavito en cuestión no entienda por qué no hay que tocar esa parte enfrente de todo el mundo. Y bueno, no nos engañen, los no tan chavitos también la aplican y la llaman ‘Manuela’.