Sí, aceptémoslo. Nuestros padres –a estas alturas quizá también los padres de ellos– fantaseaban con estas chicas. Y, hoy, 60 años después, igual que a nuestros progenitores, a los del género masculino también les despiertan al monstruo libidinoso y nostálgico que llevan dentro…
Y es que ellas sabían explotar ese aire de coquetería, exotismo y supuesta timidez mucho más que una chica nívea, blanca… virgen, pues.
Para ellas era tan fácil darle rienda suelta a la imaginación varonil como lo era pasear su lengua sobre sus carnosos labios. Era simple. Un pestañeo. Literal.
Aquí tenemos las 5 sencillas razones del porqué amamos a las Pin-Ups.
1. Nos fascinan esos retratos en los que aparecen como si estuvieran en medio de una situación "comprometedora", o sólo posando sugerentemente. Tipo: "Ups, me cachaste. Bueno, ni modo. ¿En qué estaba?" (sonrisa encantadora).
2. Su erótico y elegante look estaba encaminado en que los hombres fantasearan, soñaran, despertaran y vivieran sus días pensando en esos voluptuosos cuerpos que despertaban a su demonio lujurioso interno tan sólo con verlas. (Ahí tienen a Roger Rabbit, no hay mejor ejemplo de perdición).
3. Enseñaban la cantidad de piel justa y lo que había debajo de su ropa era objeto de horas y horas de meditación.
4. ¿A quién no le gustaría decir "Está más buena que un pastel de queso"?
5. No pretendían ser sexys. Lo eran. (¿Cuántas chicas –hoy– pueden hacerlo?).