Quizá suene al consejo más cliché de la historia, pero es el más importante en esto del ‘quiobolequé‘. La diferencia entre dormir acompañado de una mujer hermosa, a pasar una noche hermosa acompañado de tu almohada radica en el nivel de confianza que tienes en ti mismo.
No importa que no seas el galanazo ojiazul de las novelas, cuando te acercas a una mujer lo más relevante es tu actitud. Así que deja a un lado tu pena, respira hondo, levanta el pecho y lánzate. Ella es tuya, la quieres y no hay nada que pueda impedirlo. A menos que tenga novio y éste sea más corpulento que tú. Ahí si, ni modo.