Buscamos un motel hasta que encontramos el indicado. Entramos. Nos asignaron un garage y una vez adentro cerraron el portón eléctrico. Acto seguido, hay una puertita peatonal en el portón por el que sale la persona que va a pagar. Salió, pagó los módicos 400 pesos y a cambio le dieron el control de la tv, la tarjetita del cuarto y la instrucción de salir dentro de las siguientes 6 horas –máximo–.
Había unas escaleras para subir a la recámara. Subimos. Y cuando abrí la puerta era como un cuarto de hotel. No sé qué me esperaba, pero no tenía nada que ver con lo que ví; creo que mi imaginación es muy vasta y mi experiencia en moteles, nula.
Lo más “curioso” fue que la regadera estaba afuera, se veía desde la cama, el cancel era tranparente para que tu pareja pudiera lanzarte miradas mientras veía la televisión o leía en la mesita de al lado de la cama.
Había un espejo enorme enfrente de la cama, el cual traté de evitar todo el tiempo. No soy tan fan de estarme viendo en plena acción… Si una de por sí es dispersa, con eso me distraería mucho más.
En fin, el colchón muy decente, ni muy duro ni muy suave y la verdad todo muy limpio.
Y como diría el buen Arjona: “pasó lo que tenía que pasar, la noche fue de amar y amar”, pero pues cuando ya nos queríamos echar una jetita, era hora de hacer check-out… ¡qué flojera!
Ya estaba toda calientita, acurrucada y modorra, eran como las 4 a.m. Tons, pos ya. Nos bañamos –para no quedarnos dormidos en el camino de regreso- y nos vestimos.
Él dio aviso a la recepción de que ya nos íbamos, para que nos abrieran el garage. Me subí al coche. Él hizo el trámite de entregar el control de la TV y la tarjeta del cuarto. Y listo.
Nunca los vi, nunca me vieron…
Eso fue medio exótico; me sentía como haciendo algo prohibido.
Para ser la primera vez, no estuvo mal, pero creo que buscaré moteles que tengan algo más qué ofrecer. Digo, si ya voy a pagar por tener un cuarto unas cuantas horas, creo que me gustaría obtener algo más a cambio.
Tal vez ir de día esté más chido, seguramente no me dará sueño y seguiré mi jornada como si nada… sólo mucho más sonriente.
Ustedes, cuéntenme ¿cómo ha sido su experiencia?