A ver, ¿a poco no te has preguntado cómo será el sexo con esa persona que te arrebata los suspiros? O sea, aguanta un piano, tiene buen sentido del humor y es muy inteligente, pero qué tal que a la hora chimengüenchona es un bodrio que no se mueve ni le echa ganitas. Es más, te hace sentir culpable por hacerte creer que estás practicando necrofilia.
Porque una cosa es la atracción fatal y otra es comprobar sus dotes amatorias. Así que para evitarles la molestia y saber de una vez por todas si su ligue los llevará directito y sin escalas al Nirvana, les traemos esta guía que les indicará cómo caderean las personas según la forma en la que comen.
Amigo, ven te invito una copa
Juliet A. Boghossian, creadora de Food-ology (algo así como Comidología), se ha dedicado a analizar la relación que existe entre la forma de comer y la personalidad de cada quien. No en vano se dice que uno es lo que come (o cómo lo come).
A través de los estudios que ha hecho sobre la comunicación verbal y no verbal, Boghossian asegura que como los hábitos al comer responden a los instintos más básicos del ser humano, revelan el meollo del asunto.
O sea, en la primera cita quizás puedas fingir que eres un caballero de la mesa redonda, pero conforme vaya avanzando la cena y la plática, tu verdadero yo sale a flote y te delatará durísimo.
Devórame otra vez
A Boghossian le ha tomado 20 años analizar esto, así que en honor a las friegas que se ha metido durante este tiempo, aquí les compartimos sus conclusiones:
Frenar el ritmo, ir muy lento, más lento
A quienes les gusta comer lento están casados con las rutinas y son bastante tercos. Ellos dicen que comen así porque les gusta saborear su comida y quieren exprimir al máximo el momento.
Lo que quiere decir: son más egoístas, sus necesidades están antes que las de los demás. O sea que a la hora de echarse un quiebre se enfocarán más en lo que ellos sienten/quieren que en darte una buena arrastrada.
Dale, dale, dale, no pierdas el tino
Según Boghossian los que comen rápido no tienen muy equilibradas sus prioridades. Por ejemplo, esos que terminan de comer antes que todos ponen todo lo demás antes que ellos mismos.
Lo que quiere decir: te harán terminar, eso que ni qué. Pero no esperes que ellos disfruten mucho del sexo, pues su afán de ser tan “productivos” los hace olvidarse de ellos mismos. Y eso tampoco está tan padre.
Los que mezclan todo
Este tipo de personas pueden asumir muchas responsabilidades de la vez. Digamos que saben chiflar y comer pinole.
Lo que quiere decir: no les pidas que se enfoquen en una sola cosa por mucho tiempo. Lo más probable es que no sean muy afectos a practicar el sexo oral, pues a los cinco minutos se desesperan y tiran todo por la borda.
Los organizados
Si eres de esos que se come el arroz, los frijoles y la carne en diferentes tiempos, lee esto. Boghossian dice que las personas que comen así son muy buenas para comprometerse con una tarea y terminarla por completo. Sin embargo, es difícil que se adapten a nuevas circunstancias.
Lo que quiere decir: tendrás el mejor sexo oral de tu vida, pero eso sí: no le pidas que prueben una nueva posición del Kamasutra porque te va a mandar a freír espárragos. Esta experta en comida y comportamiento dice que la gente que come así prefiere malo por conocido que bueno por conocer.
Los que pican toda la carne antes de comerla
Son metódicos, estrategas y tienen visión a futuro. Lo que quiere decir: probablemente veas que se controla un poco y va paso a paso. O sea, no te va a saltar encima de buenas a primeras, sino que va a ir tanteando el agua a los elotes. Así que flojito y cooperando.
Le entran a todo lo nuevo
De chile, mole y pozole. A estas personas no les da miedo probar algo nuevo. Lo que quiere decir: podrás practicar todo tipo de posiciones y prácticas sexuales que se les antoje. Lo más probable es que disfruten mucho del sexo y que jamás te aburras con ellos.
Ojo, según Boghossian estas características no definen la personalidad. O sea que no se puede generalizar y encasillar a todos, pero que al menos nos dan una pista de cómo podría ser la otra persona cuando se pone querendona.