Veamos, ¿te has peleado a grito pelado con alguien recientemente? ¿Desde hace tiempo que no le hablas a ese compañero del trabajo porque te resulta verdaderamente irritante? ¿Sabías que podrías tener el mejor sexo de tu vida con esos seres a quienes has considerado desagradables?
Sí, no se abaniquen ni se alarmen. Por algún extraño motivo, el sexo con quien detestamos o con quien hemos tenido alguna diferencia puede llegar a ser increíblemente bueno. ¿Recuerdas esa sesión de cadereo con tu ex, ese con el que terminaste hace tiempo y con el que juraste que nunca volverías? Ah, ¿verdad? ¿A poco no te sacamos una sonrisota con sólo recordarlo?
Por ello, te daremos una guía de siete pasos para detectar si ese camino que sigues con el motivo de tus corajes, te llevará al sexo desenfrenado y loco:
Vamos, hay atracción física
Lo has cachado viéndote por Detroit, de repente bajas la mirada hacia allá cuando hablas con él. Lo observas, te observa. Sabes que no le resultas indiferente y a ti tampoco. Y cómo no, quizá se odien, pero hay que aceptar que cada uno tiene lo suyo.
Y bueno, esto no es algo fortuito. Cuando alguien te atrae se liberan neurotransmisores como la dopamina, la adrenalina y la serotonina que hacen que cambies de actitud frente a esa persona. Y ellos no discriminan si tuviste un pleito con esa persona o si te cae mal. Jalan parejo.
No hay indiferencia
Ya lo decía Julio Jaramillo: “si tú me odias, quedaré yo convencido de que me amaste, mujer, con insistencia”. No hay peor castigo que la indiferencia. Si ves que le avientes encima el café y ni se inmuta por que le digas que está a punto de dar el botonazo, lamentamos decirte que ese arroz no se coció (ni se cocerá). Pero, si por el contrario, levanta la ceja, se incomoda y te lanza un comentario a la defensiva: tienes todas las de ganar.
Te fijas en sus reacciones
Escudriñas cuidadosamente la presentación que hizo a tu jefe; te fijas en el coche que compró hace poco y cómo lo tiene cuidado. Todo lo que hace te llama la atención. No lo soportas, pero eso no significa que no te des un quemón de cómo hace las cosas. Quizá le lances un comentario sobre cómo aliviar los dolores de cabeza. De un momento a otro te das cuenta de que le prestas más atención que antes.
Te molesta que hable con más gente
Celos de tus ojos cuando miras a otra chica, tengo celos… celos. Si sientes que te hierve la sangre cuando platica con alguien más o cuando habla de alguien que le atrae, es un símbolo inequívoco de atracción fatal. Quizá te despierte al Hulk que habita en ti y si esto es así: habrá sexo salvaje dentro de poco tiempo.
El odio pesa… y mucho
Llega un momento en el que ya no quieres cargar con esos sentimientos. Te abate el ánimo el hecho de que exista alguien que te genere tanto odio (o bueno, quizás no llegues al odio, pero al menos descontento). Todo ese equipaje pesa y no es bueno para nadie cargarlo. Así que si quieres encontrar una manera de deshacerte de todo eso, el sexo es la respuesta.
Todo tiene un porqué
El mejor sexo es aquel que hace que nos arrebatemos la ropa, que nos pongamos un poco rudos y que involucremos fuertes sentimientos (ya sean de odio o de amor). Se obtienen los mismos resultados que cuando una pareja tiene sexo de reconciliación. Eso sí, no necesariamente esperen que después de esto se vayan directo al altar. Puede ser una cuestión de sexo casual y ya. Así que disfruten el momento.
Ok, me han convencido, ¿cómo lo logro?
Si has cubierto todos los puntos anteriores, sólo déjate llevar. Cualquier roce, plática, acercamiento te hará saber si dentro de poco tendrás a esa persona dando brincos en tu cama. Y si es así, bienaventurado seas.
No te claves con el: ¿qué pasará? Así como dice la canción: yo no sé mañana, si estaremos juntos, si se acaba el mundo. El punto es que ambos tengan uno de los mejores quiebres en su vida, pues el sexo con odio no se compara a ninguno otro. ¿Nos dan la razón?