Para Lizzy Borden, la degradación es algo de la vida real, hombres y mujeres son degradados diariamente. Forced Entry no hace sino retratar eso. Dice Lizzy también que le parece hipócrita que películas tan violentas como Saw y Hostal se proyecten en salas comerciales, mientras que a ella se le persigue por hacer una película porno de terror.
“Son muchos los videos que llegan a mi escritorio”, cuenta Deborah Sánchez, la procuradora adjunta de Los Ángeles que inició el proceso contra Black y Borden por obscenidad en 2001, “el departamento de policía me trae cosas muy extremas. No cosas que están sobre la línea, cosas que la rebasan. Es entonces cuando aplica el sentido común. Observo una película y me pregunto si es algo que la comunidad aceptará bajo las reglas que tiene la ley. Veo cosas muy diferentes a los valores con los que crecí. Supongo que significa que estamos dispuestos a hacer cosas que no hubiésemos soñado de niños. Que estamos dispuestos a lastimar a otros, a explotar nuestro medio ambiente y nuestro lugar de trabajo”.