Y es que, no tienen idea, la cantidad de veces que he escuchado a las personas quejarse de su vida sexual y no entender por qué no está funcionando si realmente aman a su pareja, pero el sexo es aburrido o de plano, inexistente.
De hecho -en ocasiones- pareciera que a mayor nivel de intimidad y amor, menor nivel de pasión y desenfrene sexual -cuando menos con nuestra pareja-.
De hecho -en ocasiones- pareciera que a mayor nivel de intimidad y amor, menor nivel de pasión y desenfrene sexual -cuando menos con nuestra pareja-. Esto tiene lógica, si tomamos en cuenta que la excitación erótica necesita que nos distanciemos del lazo emocional por un momento, para poder dedicarnos a nosotros mismos y concentrarnos en nuestras propias sensaciones. Sí, necesitamos ser egoístas -por momentos- para poder conectarnos eróticamente con el otro.
Aquí está el truco, la mayoría de la gente creemos que ser egoístas está mal; particularmente cuando amas a alguien, porque pareciera que te aleja de la persona, en lugar de acercarte.
Esto, por ejemplo, hace más fácil tener un encuentro sexual explosivo con alguien por quien no sentimos amor… finalmente esa persona no nos importa, podemos ser todo lo egoístas que queramos; sin sentirnos mal. Caso opuesto si sentimos un vínculo emocional importante con la persona, no nos damos el mismo permiso.
Si tomamos en cuenta que nuestra capacidad de separarnos de aquellos a quienes amamos, está íntimamente ligado con la confianza que tengamos en nosotros mismos y en nuestra pareja -en este caso-. Mientras más confiamos, más aventados podemos ser.
La intimidad erótica es una versión adulta del juego de las escondidas. Me escondo, porque confío en que en algún momento vendrás a buscarme y finalmente nos encontraremos. Puedo irme y regresar, sin ser castigado; es más, en el mejor de los casos aplaudirás mi búsqueda de placer.
Amar al otro sin perdernos a nosotros mismos, es EL dilema de la intimidad; pero se puede tener lo mejor de los dos mundos. El chiste está en confiar en nuestra pareja, saber que está ahí y que me espera para cuando yo regrese a su encuentro. Puedo ser yo, sin perderme en el otro y viceversa.
La intimidad erótica es paradójica… por un lado sí te pierdes en la otra persona, pero por otro, te hayas a ti mismo. Finalmente, se trata de ser valientes y entregarnos a la experiencia.
La invitación está abierta…