No te hagas, entraste a leer esta nota porque sabes que existe tensión sexual con esa persona. O bueno, al menos eso imaginas. Hay algo que se produce cada vez que se encuentran. No sabes qué es, pero estás consciente que sólo lo tienes con él/ella.
Por angas o mangas no han dado su brazo a torcer. Quizá porque se imaginan que el otro no esté en la misma sintonía y no quieres fregar la cosa. Sería un sueño si todo fuera como la escena de la película rosa en donde los protagonistas se besan después de un largo estira y encoge entre ellos. Lo hacen parecer tan sencillito que uno se lanza al ruedo sin saber lo que pudiera pasar.
Así que para que se cercioren de que existe verdaderamente tensión sexual entre tú y tu media toronja, aquí les van estos signos más comunes:
1. Actúa extraño
Cada vez que se acercan, cambia su forma de ser. Se pone nervioso, dice una costra por osa y nomás no logra hilar sus palabras de forma coherente. O sea, es como si hubiera entrado en trance y sólo respondiera ante cualquier voz que no sea la tuya. No hay que ser un psicólogo experto en comportamiento para darse cuenta de ello, sólo hay que observarlo/a muy bien cada vez que se encuentran y ver si le entra la chiripiorca.
2. Hay algo en tu mirada…
Una cosa es la mirada del poli que te detuvo porque te metiste en sentido contrario en una calle y otra es la que te suelta yasabesquién. Podría observarte todo el día, de hecho lo has cachado viéndote y cuando lo descubres, voltea hacia otro lado. Si no hubiera nada, simplemente te diría: creo que una paloma hizo su chistecito sobre ti, mira tu hombro.
3. Encontronazos
¿Te ha pasado que cuando se topan de frente, no saben dónde poner las manos? ¿O que de repente (sin querer queriendo) se tocan puntos álgidos y les entra la temblorina? Y no puede faltar el célebre: se despiden de beso y como no saben de qué lado ponerse, les entra el nervio porque pareciera como si se fueran a dar un beso. Oh, pues, déjense llevar.
4. Silencios incómodos
Hablan por horas, sueltan sus mejores chascarrillos, se ríen y… *silencio incómodo*. Podrán hacer algún comentario sobre el clima, el tráfico, la situación de Elba Esther, los proyectos de Mancera, pero los dos saben que la situación se puso tan tensa que se podría cortar con tijeras.
5. Eventualmente terminan hablando de sexo
Los dos podrán ser unos intelectuales, estar enterados sobre las últimas noticias, conocer sobre leyes, ciencia o mercadotecnia, pero siempre (repito) SIEMPRE terminan hablando de sexo. Que si arriba, que si abajo, que si los nuevos juguetes sexuales, que si el primo de un amigo te contó que así se siente más (o menos). No en vano reza el dicho: el que hambre tiene, en pan piensa. Es así.
6. Si ven una escena pornochona, les entra el nervio
Están frente a la televisión. De repente, la/el protagonista comienza a quitarse la ropa y de pronto, jadeos, sudor y sexo, mucho sexo. Ustedes se acomodan a la derecha, a la izquierda, suben la pierna, la bajan, hacen todo tipo de malabares por acomodarse y que el otro no vea la gotita de sudor que tienen en la frente (como caricatura japonesa).
7. No falta la situación bochornosa
Parece como si formara parte de las letras chiquitas de la Ley de Murphy: abren el baño y se encuentran sin ropa, descubres que tiene el cierre abajo, el botón de la blusa se le abre mágicamente frente a ti. Es como el destino conspirara para que aflojaran en cualquier momento. Y bueno, no está tan errado el asunto: todo apunto para que tarde o temprano terminen aporreando el catre contra la pared.
¿Nos equivocamos? Obvio que no. Sabemos lo que hay detrás de ustedes y sus ondas truculentas con esos seres que les roban el aliento. Hablen ahora o callen para siempre.