Descripción

Crítica

Un típico restaurante italiano, con madera oscura en paredes y sillas, con un espacio más amplio en la planta alta. Sin embargo, La Lanterna tiene un sello: su silencio casi absoluto y la edad de los clientes, casi todos adultos mayores, quizá clientes de toda la vida acoplados al menú, ni especial ni diferente.

Un tímido y reservado mesero nos sugiere como entremés los palmitos en salsa andaluza. Nada del otro mundo: su salsa de tomate es cremosa, pero no tiene gran sabor y sólo rodea algunos de los frescos y jugosos palmitos. En cambio, la entrada de berenjenas pormigiana es deliciosa. Viene una porción grande y no tan ligera, pues está marinada con harina. El queso parmesano tiene un gusto fuerte que contrasta con la leve amargura de la berenjena, mientras que la salsa de tomate deja un claro sabor a especias. Después llega la pasta paglia e fieno, mucho más delgada que un espagueti. Está en su punto y es de dos colores: uno crudo y otro color verde por la espinaca. Al ponerle salsa putanesca cobra vida, pues la intensidad de la aceituna molida, junto con el tomate ligeramente ácido se mezcla en el paladar, mientras el fuerte queso parmesano deja huellas en los labios. También probamos el filete de carne al burro: suave y jugoso en cada bocado, se combina armoniosamente con la mantequilla. El aderezo de la ensalada que lo acompaña es tan ácido que arde el estómago. También sucede con el vino de la casa Casteli Romani.

Finalmente hicimos caso al mesero y escogimos un pastel de chocolate amargo: mala opción, está seco y sabe a masa de pastel de caja.

La Lanterna tiene 40 años, abrió sus puertas cuando la Zona Rosa era el centro de los negocios (¡ya llovió!) y no Santa Fe. Lo más seguro es que sus clientes sean de siempre. Si buscas un lugar con vida, quizá éste no sea el indicado pero tómalo en cuenta si andas por la zona y quieres algo mejor que un fast food.