Mucho antes de que los deportes extremos se apoderaran de las redes, Santiago ya era un multitask de la aventura: es escalador, rescatista de alta montaña, piloto de parapente e instructor de kayak de río.
El carácter multifacético le viene de familia, pues su padre era guía de montaña y su abuelo, scout. “Toda mi vida he estado en esta aventura”.
En la era del mindfulness
Es recurrente de las expediciones extremas; ha escalado el mítico Capitán, uno de los monumentales monolitos de Yosemite que rebasa los 900 metros, y calificó en 2012 para el Mundial Juvenil en Imst, Austria.
Pero más allá de las competiciones, su relación con el deporte extremo ejemplifica uno de los atributos más perseguidos en la era del mindfulness: la transformación interna a través del contacto con la naturaleza. “Te toca ver de qué estás hecho y quién eres cuando las cosas se ponen duras”, dice.
“La escalada ha sido un lugar para Santiago de la Parra conectar conmigo. En la montaña te enfrentas a ti sin máscaras y eso es muy poderoso”. De ahí que defienda los escapes a lugares aledaños a CDMX como los Dinamos o La Marquesa como detonadores de un primer acercamiento a esa experiencia.
Hace del deporte su empresa
Para facilitar el encuentro, se ha aventurado como empresario con una compañía que ofrece distintos servicios como cursos, recorridos guiados y expediciones de cañonismo.
“La idea es utilizar la naturaleza como una herramienta para mejorar tu estilo de vida”. ¿Hay lugar para el miedo en ese nuevo estilo? “Hay mucho lugar”, responde con una leve sonrisa. “El miedo que te dice ‘no te metas ahí’, hay que cultivarlo”.
Con una filosofía de esa magnitud, ¿diría que su contacto le ha hecho un chilango distinto? “Totalmente”, responde. “Estoy más más seguro de mí, más abierto a nuevas experiencias y con más energía positiva”.
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