Los cuervos volvieron a rendir tributo a la noche y al seductor, pero estruendoso sonido del metal neoclásico europeo.
Ni la lluvia y ni el caos vehicular citadino, usual de los viernes, evitaron que la velocidad, el virtuosismo y la elegancia de Yngwie Malmsteen sacudiera las cabezas de todos los amantes del Power Metal más representativo del Viejo Continente.
La noche en el José Cuervo Salón comenzó alrededor de las 21:00 horas. Unas últimas pruebas de audio e iluminación elevaron el ánimo de los 3 mil súbditos congregados que al unísono gritaban “Malmsteen, Malmsteen”, y pedían que el sueco hiciera su acto de aparición.
Bastaron un par de veloces notas para que todos comenzaran con el rugido. Y apareció entre los miles de watts de iluminación y el hielo seco -ese que hace más rimbombante cualquier entrada-, con su melena inigualable que no cambia desde los años 80, pero que tanta fama le genera entre las fans, y su Fender Stratocaster con trastes escalopados para armonizar su imagen.
Uno de los mayores éxitos de este legendario guitarrista y que se esperaba fuera el del cierre, cegó a todo mundo: “Raising Force” fue la “obertura” del recital, factor que garantizaba un verdadero homenaje al Día del Músico que aún se festejaba en el país.
“Overture/Thousand Arpeggios”, “From a Thousand Cuts”, “Demon Driver” y “Dreaming (Tell Me)” le siguieron, y Malmsteen dejó claro que él sí es el “Dios” sueco pero de la guitarra y no como el futbolista Zlatan Ibrahimovic que se hizo llamar así en días anteriores.
Yngwie y el show de su reducida banda con Nick Marino en el teclado y voz, Bjorn Englen en el bajo y Patrick Johansson en la batería, reafirmó que aún es uno de los mayores exponentes de este género musical. Sin faltar las piruetas que hace con su guitarra al girarla alrededor de su torso, tocarla con los dientes y por detrás de la espalda; además de aventarla por los aires y friccionarla con los amplificadores para deleite de sus fans.
El momento del set acústico no fue menos impresionante, pues dio cátedra de cómo tocar la guitarra con una combinación de sus melodías y las de Mozart, Bach y Vivaldi, autores que sin duda fueron su inspiración.
“Black Star” finalizó esta parte, para seguir con la recitación. Después un poco de blues muy al estilo Malmsteen, se vivió por completo el clímax.
Y así, poco menos de dos horas después y luego de una veintena de canciones, sin faltar con un público cautivado y agradecido, que además festejó el décimo aniversario del José Cuervo Salón, llegó el momento del gran “Finale”: “I’ll See The Light Tonight” fue el tema encargado de cerrar con broche de oro y redondear la celebración con todos los músicos en su día.