Las palabras son lo suyo, son su herramienta principal. Tino el Pingüino es un nombre que ha sonado mucho en escenarios independientes en los últimos años, es el rapero de Ciudad de México. Incluso, una de sus características más representativas es la gorra que dice ‘deefe’ —haciendo referencia al antiguo y mítico nombre de nuestra ciudad—.
Se llama Franco, pero en el mundo musical todos lo conocen como Tino, un nombre que puede sonar extraño y que pocos saben de dónde viene. El rapero chilango lo sacó de un casete infantil de los 80 llamado Los amigos de Kitty y Coros. “Cuando empecé, mis hermanas estaban chicas y escuchaban ese disco. No me acuerdo en qué momento pensé que era una buena idea usar ese nombre”, cuenta.
Hace unos meses, lanzó su más reciente sencillo llamado “Fractúbela” y que formará parte de Oslo, disco que Tino el Pingüino planea lanzar a mediados de 2018. A la par, también presenta nuevas canciones con The Guadaloops, otro de sus proyectos.
Eres el rapero de la ciudad, ¿en qué te inspiras o qué tomas de ella para escribir?
La ciudad está en toda mi música. La clave es el hecho de que yo vivo aquí, y lo que escribo tiene mucho que ver con el entorno en el que estoy. Mi trabajo es muy autobiográfico. Siempre he creído que las cosas realmente chidas y honestas tienen que venir de tu punto de referencia directo, no tiene que ser tan rebuscado. Es una ciudad complicada para la gran mayoría de la gente. Estoy aquí tratando de crear un espacio con el que los capitalinos puedan sentirse orgullosos de vivir aquí, es lo contrario de ser escapista. Lo que más me gusta de la ciudad es, sin duda, el factor sorpresa en todo lo que puedes hacer. Deja tú de aventura, estoy hablando de que realmente no terminas de conocerla. La gente que sólo ha vivido aquí no se da cuenta de que es única.
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¿Cómo empezaste a rapear?
Desde morro siempre me ha gustado la música. Sin ser conocedor o sin tener una presencia musical fuerte, siempre la disfruté en todos los sentidos. Tengo un hermano dos años mayor, entonces de morro hubo un chingo de cosas que adopté de él, no solo la música, era como mi role model. Se fue de intercambio a Alemania un año y regresó con esta onda muy rapera; él tenía como 15 y yo 13. Empezamos a escuchar mucho rap prácticamente todos los días, principalmente gringo, y después comenzamos con puro rap español, de Sevilla. Íbamos a un puesto en Pericoapa que atendía Bocafloja y ahí comprábamos discos. En 2014, me fui a Alemania a hacer el mismo año de intercambio y, estando aislado de todo, me agarré los huevos y empecé a escribir cosas. Este año fue muy importante porque crecí, maduré en algunas cosas, estaba conociendo el mundo. Regresando aquí, le dije a mi carnal y a Doctor Destino que estaba escribiendo cosas y casi inmediatamente fuimos con Sake, el primer güey que me dio pistas para que escribiera. Desde ahí no volteé atrás.
Además de ser parte de The Guadaloops, ¿te has planteado en algún momento hacer otro tipo de música?
En realidad creo que con The Guadaloops esa respuesta se queda permanentemente abierta, porque siempre hacemos cosas muy diferentes. Desde un principio me di cuenta de que iba a ser un espacio creativo que nunca iba a terminar. La misma música de Tino ha cambiado, no es algo que se quede estático y te puedo decir que va a seguir cambiando. El nuevo disco que estoy haciendo está sonando bastante raro. Vengo de una generación y de un ambiente muy raper, muy de puristas… vengo de una escuela de rendirle tributo al hip hop como un estilo de vida. Escucho un montón de hip hop que parece que no le afecta mucho el paso del tiempo o que no obedece a las nuevas tendencias. Ha cambiado mucho, se han abierto varias vertientes; sin embargo, hay artistas que respeto muchísimo, que lo mantienen muy básico en términos de la experimentación, como Evidence, de Los Ángeles. Incluso he estado escuchando el último disco de Snoop Dog y a la primera escucha lo sentí como un statement de «bueno, yo soy Snoop Dog y voy a seguir haciendo el mismo pedo de siempre».
Esto es una cultura apropiada, no se inventó aquí y eso lo tenemos que entender desde un principio. De entrada el hip hop no soy yo, ni soy negro ni soy de Nueva York. No soy yo el elegido para proteger o abanderar el rap como tiene que quedarse. Yo siempre he descrito el proyecto de Tino como rap alternativo. No me da miedo ni tengo prejuicios a que la música cambie.
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¿Te sientes satisfecho?
Llevo casi 13 años haciendo rap. Estoy a tres años de que se convierta en la mitad de mi vida, entonces, más que decir satisfecho, estoy en un punto que es el resultado de dedicarme intensamente a algo. Realmente me he entregado al oficio de estar creando cosas, todo lo he hecho de manera independiente. Me he equivocado muchísimo, he tomado pésimas decisiones, las cosas surgen mucho del error, de eso trata la vida: de estar cagándola y de equivocarse. Lo que he creado hoy me provoca sentimientos bastante positivos, el fruto de mis pesares, mis sufrimientos y mis alegrías, es algo bastante especial poder conservar un registro tan concreto que tiene hasta tu voz, cómo hablabas y cómo te sentías. Una vez que saco un disco ando ya pensando en el próximo.
Tino el Pingüino presenta Diarquía
Antes de que llegue Oslo, Franco va a sacar un EP con dos canciones llamado Diarquía. Las canciones de este material son “Evoca” y “Época”, que —para Tino el Pingüino— suenan un poco menos raras que las del disco. “Sentía que estaban en un tono diferente, por eso las quise sacar por separado”, cuenta.
Lo va a presentar en el Auditorio Blackberry el próximo 7 de septiembre. Los boletos ya están a la venta y cuestan $380 y $750. Lo mejor es que es un concierto para tooodaaas las edades.
Si quieres escuchar a Tino el Pingüino en vivo, aprovecha la venta especial el 17 de agosto en Sacrifice (Cuauhtémoc 91-C, Roma), de 16 a 20 horas.
Dónde: Auditorio Blackberry, Tlaxcala 160, Condesa
Cuándo: 7 de septiembre, 20 h
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