St. Vincent estrena Daddy’s Home, disco que expone la liberación de su padre y su madurez al sobreponerse a las cosas destructivas para lograr ser amados.
Nueva York, una de las dos ciudades que St. Vincent llama su hogar. Hace unos días grabó su participación en SNL y se volvió a activar la rutina que da forma a su vida. ¿La razón? La promoción de su nuevo álbum, Daddy‘s Home, su séptimo álbum de estudio.
Inspirado en la liberación de su padre tras años encar- celado por un delito de cuello blanco en Nueva York y en la nostalgia por el fin de la época de los flower chilren. “El tema de entrada es la liberación de mi papá, pero también mi madurez.
Esa pregunta que todos nos hacemos: ¿qué tanto de lo que soy son mis papás y qué tanto soy yo? El momento en que entiendes que tus pa- dres son humanos y dejas de idealizarlos es un lugar bueno para habitar.
Hay compasión y aceptación de que todos solo queremos ser amados y a veces hacemos cosas destructivas por obtenerlo”, explica la múltiple ganadora del Grammy en entrevista para Chilango.
Quizá la mayor muestra de su madurez sea que no recuerda la última vez que fue autodestructiva. En cambio las historias que se cuenta a ella misma se han convertido en su material de trabajo.
“Con Jack Anto- noff (el productor del álbum) estábamos en el estudio buscando algo como “You Can’t Always Get What You Want” de los Stones, y él comprendió que era el sonido de historias de gente en el centro de Nueva York: gente con fallas haciendo lo mejor que puede.
Experimenté con eso y pude conceptualizar el álbum. Evocar esa época, la transición antes del escapismo. La vida era mala pero la música buena: una mezcla de rock con jaz
Stevie Wonder fue una referencia. Antes de que todo se volviera rock de estadio y rolas sobre estar en el camino. Estoy orgullosa de que el disco sea más cálido y táctil”, detalla.
Aprender y reparar
“Lo más difícil de la pandemia fue no tener cosas con que llenar el tiempo. Prevalecía la ansiedad y la necesidad y pinté una pared, luego aprendí plomería. Me gusta la idea de que si en- tiendes cómo funcionan las cosas, las puedes reparar”, cuenta Anne Erin Clark, nombre real de St. Vincent.
La seguridad que da poder adivinar el resul- tado de un proceso está ausente en su forma de abordar la creatividad: “La música es un proce- so abstracto en el que no sigues un sistema o lógica, sino que tú lo inventas.
Mi proceso tiene déficit de atención; a veces persigo una melodía en mi cabeza. Otras, trabajo con mi sintetizador modular hasta que suene cool, y muy pocas ve- ces me siento a tocar la guitarra.
En general no hago algo musical, trato de escribir historias. El no tener método hace que cada vez sea algo nuevo”, cuenta.
Una prueba de su éxito es haber recibido buena retroalimentación de sus colegas Fiona Apple y Tori Amos, a quienes les gustó la inter- pretación que les hizo de “The Melting of the Sun”.
“Pero he tenido la experiencia opuesta; un día toqué algo para mi amiga Jenny Lewis y pude detectar el momento en que perdí su interés. De ahí volví a trabajar en la canción y la cambié”, afirma.
Más allá de la música, sus relaciones amorosas con las superestrellas Kirsten Stewart y Cara Delevigne, por mencionar algunas, o sus colaboraciones con leyendas como David Byrne, también son motivo de orgullo en su desarrollo.
“Yo no estudié una carrera formal, así que intento educarme. Por ejemplo, la fijación con Rusia que tengo ahora tiene que ver con que ahí encuentro formas de arte muy puro. Aun cuando reinterpretan una tendencia de otro lugar, la vuelven muy suya”, concluye.