No importan sus escándalos, que se le caigan los pantalones por quererse ver gangsta o que sea el canadiense que ni su tocayo Trudeau quiere de regreso: Justin Bieber ya pasó de ser sólo una moda y se convirtió en un músico consolidado. Y para muestra, su presentación de ayer en la Ciudad de México.
Los casi cuatro años que transcurrieron desde la última visita de Bieber a nuestra ciudad tal vez no le sirvieron para madurar y dejar de pelearse con paparazzis y fans intensos, pero sí para evolucionar como artista. Debemos reconocer que ya no es el mismo chico que sólo se dedicaba a realizar coreografías perfectas o cambiar de vestuario en cada canción.
Desde antes de las siete, el Foro Sol ya casi llegaba a los 58 mil 108 asistentes que casi llenaron el lugar. Pero a las 8:38, y tras un intro de música electrónica para entretener al público, el escenario se pintó de tonos azules con un Bieber de fondo que daba la ilusión de caer al vacío. De ahí los gritos no hicieron más que acrecentarse, lo mismo que el movimiento del lugar.
Aunque la primera aparición del oriundo de Ontario en una caja de cristal, ataviado en chamarra de mezclilla, pantalón beige y bajo el ritmo de “Mark my words”, demostró el amor de sus fans, fue “Where are ü Now” el track con el que su sonido pop meloso evolucionó a uno electrónico gracias al trabajo de los DJ’s Skrillex y Diplo, con el que la gente salió de control.
“Hazme un hijo”, “Sigo virgen para ti” y hasta “Fuck me, baby” se escuchaban más fuertes que el sonido de canciones como “Get used to it”, “The Feeling” o “Boyfriend”.
Si hay algo que reconocerle a la “fanaticada” de Bieber es que es muy entregada y sin importar la edad: niñas, niños, pubertos, adolescentes que crecieron con él y le han perdonado todo, MILFs que se veían más excitadas que sus hijas y hasta papás que antes de entrar les habían dicho a sus vástagos “Sólo vengo por ti, ¿eh? A mí ni me gusta”… todos cantaban tanto, que ni siquiera notaron cuando la voz de su ídolo no dejaba de sonar, aunque él tuviera la boca cerrada o no se coordinara con el autotune.
Es que ni los bailarines profesionales, el humo entre canciones o los fuegos artificiales pudieron esconder el playback de Justin. Incluso cantó más en su visita a nuestro país en 2013. Pero tal como en aquella ocasión, a los asistentes no les importó y si no se quedaron sordos cinco minutos después de las nueve, debido al griterío que inundó el recinto cuando el ahora rubio platinado dijo “Hola, México. I like you a lot. Los amo” y luego se sentó a tocar un breve set acústico, es que tienen los mejores tímpanos del mundo.
La siguiente casi hora y media fue la fórmula repetida —pero mejorada—, que el músico ha tenido casi desde el inicio de su carrera: coreografías precisas, demostración de sus dotes musicales —en este caso lo hizo con la guitarra acústica y un breve solo de batería—, cambios de luces de todos los colores, fondos de escenario dinámicos. Incluso sus fans, aunque también han crecido o son nuevos, reaccionan igual a los guiños, sonrisas y movimiento de cabello del también compositor.
Pero eso no quita que se trate de un espectáculo con gran trabajo de producción y ejecución; y que, a pesar de lo egocéntrico que Bieber parezca, atraiga a grandes multitudes y hasta tenga momentos tiernos. En este caso, cuando subió a tres niñas al escenario y les preguntó sus nombres: Emilia, Regina y Ana Lucía… (este último no lo pudo pronunciar).
“Love Yourself”, “No Pressure”, “Let me Love You”, “What do you mean”, “Baby” —para que vean que no ha olvidado sus raíces—, “Purpose”, la cual da título a su último disco y a este tour, y el éxito del año pasado “Sorry” completaron una noche que al parecer dejó satisfechos a los fans del canadiense, quienes a pesar de empujones y largas filas para salir, todavía le aplaudían y algunos hasta se disponían a seguirlo al hotel donde se hospeda.
Bieber ya no es el teenager inocente que subía videos a YouTube para probar su talento. Ahora, y aunque tenga muchos detractores, es todo un showman de casi 23 años —porque ya los cumple en dos semanas— que supo adaptarse a corrientes musicales distintas al pop y no ha dejado de conquistar a nuevas generaciones, así que, como él mismo dice, ‘sorry’, todavía hay Justin para rato… así que ‘blameCanadá’.
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