Todo estaba listo. El sábado 23 de julio fue el Festival Hell & Heaven en el Autódromo Hermanos Rodríguez.
El evento reunió a más de 50 bandas de metal que presentaron sus diferentes estilos y propuestas ante más de 50 mil asistentes.
Como en casi cada concierto de este género, reinó el color negro, las melenas largas y las playeras de grupos musicales. En un festival de música, hacia donde mires está pasando algo.
El clima de la Ciudad de México es impredecible y mucha gente llevó botas para la lluvia e impermeables por si ocurría una tormenta pero, por suerte del show y de la gente, no ocurrió.
El sol que hubo durante la mitad del evento fue agobiante pero nadie se quejó, hubo quienes se refugiaron en el pasto con sus chamarras tapándose la cara y los más pacientes siguieron su travesía como si no hiciera calor, nunca nadie se quitó su atuendo de terciopelo ni sus botas altas.
Por el contrario, mucha gente se preparó con bloqueador solar, que en ocasiones se confundía con el maquillaje blanco de quienes optaron por un disfraz.
En la entrada al recinto, perros y policías de la CDMX resguardaron el acceso y revisaron cada mochila, también sobrevolaron helicópteros.
En las distintas zonas de primeros auxilios unas cuantas personas recibieron ayuda por deshidratación.
Hubo juegos mecánicos, zona para niños y áreas de comida, aquí los food trucks que invaden otros festivales con platillos artesanales no tuvieron cabida. Tampoco llegó el olor a mariguana o, al menos, no lo percibimos como en otro tipo de conciertos.
Tampoco faltó el metalero intenso que bebió demasiada cerveza en poco tiempo y antes de que oscureciera ya estaba tirado en algún rincón de los escenarios. Pero la mayoría aguantó hasta el final para ver a Rammstein y a Twisted Sister.
Desde que inició el festival, en las pantallas de los escenarios se anunció que habría un servicio de Uber específicamente para los asistentes al Hell & Heaven. En una de las puertas del Autódromo se colocó una carpa con wifi y cargadores de celular mientras un grupo de personas anunciaba en altavoz la llegada del chofer. Una evolución al sitio de taxis. Todos buscaban una manera rápida de volver a casa después de más de 10 horas de caminar de escenario a escenario.