¿Quién no reconoce los primeros acordes del Salón México? ¡Uff! Lento, pero contundente, el danzón posee un magnetismo que atrapa e invita a moverse con cadencia, incluso aunque no sepas bailar. Aunque su época de esplendor terminó, este ritmo continúa embrujando a varios. Así le ocurrió a Mauricio Castillo, quien se convirtió junto con su esposo en la primera pareja gay en la Muestra de Danzón 2022 de la CDMX. Hoy en día, Mauricio lucha por hacer de la comunidad danzonera un espacio incluyente y abrir más puertas para las nuevas generaciones.
El danzón es un estilo de vida
Por toda la ciudad hay una gran cantidad de salones de baile donde se baila danzón. Las parejas arregladas con tacones, sombrero y lentejuelas incluso se reúnen en plazas públicas para asombrar a los transeúntes con sus elegantes movimientos. José Luis Cerón, sociólogo del INAH que ha investigado el fenómeno danzonero, asegura que “no sólo es música y baile, sino todo un estilo de vida, tanto que ha sido protagonista de películas inolvidables, desde Salón México (1948), con Marga López y dirigida por Emilio Fernández, hasta Danzón (1991), de María Novaro”.
Pese a que Mauricio creció en una academia de baile, su amor por el danzón llegó años más tarde gracias una de estas películas, Danzón, la cual surtió un hechizo instantáneo:
“Mi mamá es bailarina de ballet. Desde pequeño quería aprender a bailar ballet y flamenco pero no me dejaba porque decía que me iba a volver gay”, se ríe, “Pero en mi familia no hay danzoneros. La primera vez que yo vi el danzón fue con la película de María Novaro, donde María Rojo tiene toda esta experiencia de ir a Veracruz y ahí me enamoré. Nunca había escuchado un danzón, yo creo sólo “Nereidas” y por eso lo ubicaba, pero ahí fue como descubrí el danzón”.
Mauricio no asistió a clases, sino que imitaba los movimientos de los bailarines que veía en películas. Años después comenzó a visitar los salones de baile con mucha timidez para continuar practicando. “Era un baile de gente mayor y yo tenía 18 o 19 años. Empecé sacando a las señoras pero tenían poca paciencia porque yo no era danzonero”, cuenta. añade que más del 75% de los bailarines son mayores de 60 años. Aún así hay jóvenes que se interesan por aprender, y la comunidad danzonera debe abrirles las puertas para continuar con esta tradición.
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Un trago amargo en Los Ángeles
Eventualmente llegó su primer novio y con este las ganas de bailar juntos. ¡Ay, el amor! “Yo le expresaba mi gusto por el danzón y él me acompañaba a los salones, sobre todo en los aniversarios porque iban grupos más grandes”, comenta. Sin embargo, muchas personas no aceptaban que dos hombres bailaran juntos alegando que es ‘antinatural’. Aunque Mauricio no se deja intimidar, hace 20 años vivió una situación de discriminación que sí lo alejó un tiempo del Salón Los Ángeles.
«En una ocasión estaba en el Salón Los Ángeles escuchando a la Sonora Dinamita cuando mi novio me sacó a bailar. Al poco rato nos empezaron a hacer caras de asco, hasta que unos señores mayores nos dijeron: “Hay muchas damas a las que pueden sacar a bailar, dejen de hacer sus exhibiciones”. Los ignoramos pero llamaron a los de seguridad para que “dejáramos de hacer eso”. Yo, como de 20 años, no dije nada. Nos empezaron a gritar insultos y groserías mientras nos sacaban. Fue una humillación muy grande y triste».
La discriminación sufrida por parte de los asistentes, así como del personal del lugar, fue difícil de afrontar. “Si me lo hubiera dicho ahorita yo como perra en brama me le voy encima”, comenta con firmeza. “Ese hecho me hizo ya no querer ir ahí durante mucho tiempo y mucho menos bailar con mi novio, tampoco quise pertenecer a la comunidad danzonera porque me sentí excluido”, añade.
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“La comunidad danzonera es un reflejo de la comunidad en general”
Si bien Mauricio logró separar el baile de la gente que lo discriminó, por años evitó bailar con sus novios para no ser señalado. Con el tiempo sanó la herida y encontró nuevamente el valor para hacerle frente a la violencia ejercida en contra de las personas LGBT+ desde su trinchera. Finalmente, no todo es blanco o negro, y de ahí se agarró para seguir adelante.
“La comunidad danzonera es un reflejo de la comunidad en general. Hay gente que nos ha apoyado muchísimo, pero también hay gente arraigada a su religión que no tiene la capacidad intelectual para poder debatir. Pero en la actualidad hemos tenido muchísimo apoyo, se ha creado consciencia. Como dice un amigo, el arcoíris siempre llega y bendice a las familias. Entonces, nos han tocado señores mayores que nos platican que tienen hijos, nietos, sobrinos, amigos que son gay, y nos agradecen por hacer algo por esta inclusión”.
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La primera pareja gay en una muestra de danzón
El regreso triunfal de Mauricio ocurrió hace cinco años, aproximadamente, cuando volvió a bailar en público con su esposo. Ganó el amor. Un par de años después, por casualidad, la vida lo cruzó con un grupo danzonero que le abrió las puertas para seguir aportando, pasito a pasito, a la inclusión.
“Hace aproximadamente tres años había danzones en el Zócalo los sábados, un día escuché la música, fui y me puse a bailar solo. De ahí un profesor, que me embrujó con sus pasos, me jaló diciéndome ‘deja de bailar solo’ y a partir de ahí pertenecí a su grupo”.
Su estancia fue breve, pero lo motivó a formar un nuevo grupo danzonero, Mi Querer por un Danzón, junto con otros bailarines que considera parte de su familia. “Casi todos los que pertenecíamos al grupo formamos uno propio donde yo soy la única persona de la comunidad LGBT”, nos platica. No sólo le permitió continuar bailando con libertad, sino que también se convirtió en el protagonista de un momento histórico:
“Con mi esposo Jaime fuimos la primera pareja gay en bailar en una muestra de danzón nacional. No podría decir que fue un logro propio, sino que fue en conjunto con el grupo de danzón y los organizadores de la Muestra de Danzón 2022 de la Ciudad de México que nos invitaron a participar. Yo por supuesto que acepté encantado y mi esposo me acompañó. Él no baila, pero lo hace por amor, se moría de nervios pero aún así lo hizo”.
Salón los 41, grupo de baile incluyente para una pareja gay… o heterosexual, o la que sea
Mauricio sabe que el hecho de que una pareja gay baile danzón no debería ser un evento tan importante, sino que algo normal y cotidiano. Pero mientras la inclusión no sea cotidiana, continuará trabajando junto con otros aliados y personas de la comunidad LGBT por construir una sociedad más abierta. “Estoy coordinando el primer colectivo de la comunidad LGBT para la muestra de Acapulco. No, más que LGBT, es incluyente”.
Hacer énfasis en esta palabra es muy importante para el bailarín, ya que lo que busca es derribar las barreras que se han construido entre las diferentes comunidades que conforman el arcoiris completo. Grupo de Baile de Salón los 41 es el primer esfuerzo por crear un grupo que sea incluyente dentro de la comunidad danzonera. “Es un grupo donde no importa tu orientación, preferencia, género, ni tu expresión, tampoco cómo te veas o si eres aliado, todos son bienvenidos a bailar”, menciona, por lo que se encuentra trabajando en conseguir un espacio para comenzar los talleres lo antes posible.
El cambio no se da de la noche a la mañana, pero paulatinamente con el esfuerzo en conjunto es posible lograr espacios seguros para todos:
“Si cada uno desde nuestras trincheras, trabajos y hogares ponemos un granito de arena podemos cambiar a nuestra sociedad, podemos hacer un mundo mejor. Si en cada uno desde nuestros gustos, actividades, hobbies ponemos un poquito de actitud hacia la inclusión podemos despertar conciencias. Mover energías. Cambiar. Para que en un futuro nadie se tenga que esconder ni ser señalado por bailar con la persona que ellos quieren”.
Así que si te gusta el danzón, lánzate con tu pareja sin importar si eres gay, lesbiana, heterosexual, experto o principiante. Acá te dejamos las redes del Grupo de Baile de Salón los 41 para que les sigas la conversación.