Un día antes, Flying Lotus avisa que no viene y para muchos el Nrmal 2020 debía cancelarse. En redes sociales usuarios expresaron su molestia: los que pagaron por ese headliner desde hace meses, los que viajaron desde otras ciudades para ver el Hypercube de FlyLo, los que ya se habían comido la tacha y se preguntaban “¿y ahora qué hago?”.
También hubo comentarios a favor del evento, de las bandas confirmadas y sobre todo, aclaraciones: por la cancelación de un acto no se reembolsa el dinero pagado por el ticket. El ánimo pareció menguar el viernes por la noche entre quienes planearon acudir al festival.
Pero el sábado desde las 12 horas, el Deportivo Lomas Altas recibió a los primeros 10, 20, 50, 100 asistentes que, 12 horas después, ya se contaban por miles. Pese a la cancelación del artista principal, la banda no desanimó y fue y vino entre el rock y el pop, los porros y las chelas, hasta cerrar la noche con los beats de Irma Ruiseñor, quien preparó a los asistentes a seguir la fiesta luego del festival.
Fumata y Jackie Mendoza fueron los primeros en subir a los escenarios, Belafonte la rompió de 2 a 3 de la tarde, Mateo Kingman y Wand mantuvieron el ambiente. Luego de la hora de comida, hizo su aparición una altísima chica holandesa, como un fantasma electropop. Le siguieron el rock clásico de un grupo de Chicago (uno de los primeros fichajes del legendario sello Thrill Jockey), el techno envolvente de un productor alemán de culto, el punk-rock de una banda de leyenda y para cerrar los actos en vivo, la gran Juana Molina.
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Así se puso el Nrmal 2020
Juana Molina
La headliner no oficial del festival. Juana fue potente, pero sutil; intensa, pero delicada; con furia, pero tersa. Bailó, hizo como conejito, gritó y, grácil, su voz nos montó en un nostálgico y melódico viaje (Lo decidí yo), y dio muestras del inusitado poder de su delicada voz cuando cantó Un día punk, el hit de su último disco. Adorable.
Bush Tetras
La energía de la banda de post punk de Manhattan sobre el escenario provocó que sacáramos nuestros mejores pasos y nos puso a brincar con ímpetu. Too Many Creeps, uno de sus grandes éxitos data de 1980, pero en el Nrmal sonó con la misma energía de hace 40 años. Incluso, recargada.
Byetone
Olaf Bender estaba decidido a volarnos la cabeza. Y lo logró. Con tonos bajos, potentes, microscópicos creó atmósferas que, acompañadas de su reconocible estilo techno y hip hop nos puso a bailar entre nubes, durante una tormenta con relámpagos.
The Sea and Cake
Con dotes de banda clásica, los de Chicago tuvieron una presentación sobria, pero de incuestionable calidad. Sin exabruptos y con una marcada influencia del jazz e indie rock de los 90, The Sea and Cake ofrecieron un repertorio compacto que escuchamos con atención a la espera de Car alarm. Pero esa rola nunca sonó.
Bea1991
Acompañada de Lucciana Bolivar en los visuales, la presentación de Beatriz Colette Hanneke de Rijke, fue fugaz pero intempestiva. Con su casi 1.90 de altura y con un traje blanco diseñado por Dasha Golova, Bea1991 encantó con su propuesta synth-pop. En su primera presentación en México, le faltó tiempo sobre el escenario.