Existen muy pocas bandas que logran traspasar la barrera de la moda y el tiempo pudiendo consagrase como los grandes de la historia. Sólo los duros pueden permanecer vigentes dentro de la industria sin tener que inclinar su música hacia un rumbo más comercial y prefabricado. Afortunadamente para nosotros existen bandas como los Red Hot Chili Peppers que conservan la libertad y actitud del rock, lo que los ha convertido en leyendas con vida.
Anoche Flea, Anthony Kiedis, Chad Smith y Josh Klinghoffer lograron hacer retumbar un Palacio de los Deportes que se llenó hasta el tope por verlos tocar. Había poco más de 20’600 fanáticos frenéticos por el rock californiano de los Peppers. Todos gritando y coreando a todo pulmón cada una de las canciones.
La fuerza del sonido de los Red Hot Chili Peppers ha logrado ganar adeptos de todas partes del mundo. Desde su debut en 1984, hasta la fecha, han sabido crear un sonido propio que refleja su espíritu californiano; un sonido que nadie ha podido si quiera copiar.
Y es que, a pesar del gran hueco que dejó John Frusciante, la química entre los músicos es impresionante. Flea, es una verdadera “bestia” en el bajo. Puede destrozar las cuatro cuerdas con una facilidad impresionante. Además, posee un carisma natural que logra hacer que el público se identifique con él.
Por su parte Josh Klinghoffer, el guitarrista encargado de llenar el vacío de Frusciante por momentos parece rígido ante la libertad musical del resto de la banda, sin embargo, hay que reconocer que su trabajo está haciéndonos pensar en él, en vez de simplemente compararlo con Frusciante. Y eso ya es muy importante.
Chad Smith, nació para tocar la batería. No hay más. Su talento es natural, su ejecución impecable, Sin duda un elemento sólido dentro de la banda.
Anthony Keidis es punto y a parte. El líder natural de la banda. Con su simple presencia en el escenario logra dirigir un ataque sonoro brutal y llevarlo al punto más alto.
Pero, revisemos la actuación de anoche en el Palacio de los Deportes. La noche comenzó a las 9 cuando “Monarchy of roses” empezó a sonar. El público empezó a calentar, y para cuando sonó “Dani California” la fiesta era una locura total. No hubo una sola persona que pudiera permanecer quieta.
Entre las palabras de Flea que nos hacía saber el cariño que sienten por el pueblo mexicano, y las improvisaciones que hacen entre canciones, perdimos el sentido del tiempo y la noche se nos pasó demasiado rápido.
Temas como “Californication”, “Otherside” y “Snow (Hey Oh)” hicieron que los vellos del cuerpo se erizaran. Sin embargo, el momento de la noche fue cuando tocaron “By the way”. La fuerza del bajo de Flea y el trabajo de Klinghoffer definitivamente llegaron a la cumbre de la noche.
Tas el encore, Chad Smith ofreció unas lecciones de batería a primera cámara. Para hacer esto, se puso una cámara en la gorra para que los asistentes pudiéramos ver el desempeño de sus manos. Posteriormente, Flea regresó al escenario caminando con las mano, haciendo de esto un momento totalmente épico.
17 fue el total de canciones que siguen retumbando en los oídos de los fans chilangos. Sin lugar a duda, una de las mejores presentaciones que ha prescenciado el Palacio de los Deportes.