Michael Nyman Band inundó el Teatro de la Ciudad

Lo primero, un cambio en el programa. La parte de adelante se convirtió en la de atrás y viceversa. Cambalache musical que provocó que la Michael Nyman Band hiciera su única aparición en solitario –enjundiosa, si hay que decir…

Lo primero, un cambio en el programa. La parte de adelante se convirtió en la de atrás y viceversa. Cambalache musical que provocó que la Michael Nyman Band hiciera su única aparición en solitario –enjundiosa, si hay que decir algo– desde el mero principio y no después de la segunda parte, como se había anunciado. Pero antes de que comenzara a tocar, veintitantos minutos después de la hora, el público del Teatro de la Ciudad acalló el discurso oficial a punta de gritos, situación que se supo librar con tiento.

El concierto Nyman Filarmónico –The Michael Nyman Band y la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México– empezó con un par de temas de The Draughtman’s Contract (1982), la primera colaboración de la sociedad Nyman/Greenaway que sumó cuatro soundtracks a lo largo de los años ochenta. Así la celebración por los 97 años del Teatro de la Ciudad comenzó con “Chasing sheep is best left to shepherds” y la poderosa y deliciosamente inquietante “An eye for optical theory”.

Luego siguieron “Prawn watching” y la exultante y brillante versión de “Time lapse” que emocionó como si el aplauso se convirtiera en una leve ráfaga de aire, ambas piezas de A zed and two naughts (1985) también de la colaboración Nyman/Greenaway. La siguiente pieza fue asimismo una preciosidad en su emotiva ejecución: “City of Turin”, de The coldest place on Earth (2010), del proyecto que hiciera con el músico británico David McAlmot. Y fue todo de Michael Nyman y su banda.

Entró la filarmónica de la ciudad ejecutando La sinfonía No. 2. Distinto amanecer, dividida en tres partes y acompañada de un audiovisual autoría del propio compositor y cineasta británico sobre escenas emblemáticas del cine mexicano. Proyección y ejecución desangeladas, mucho menos afortunadas que durante su presentación en vivo en el Palacio de Bellas Artes el año pasado. Quizá haya sido demasiado el contraste con la enjundia de la Michael Nyman Band.

La segunda parte llevó a todos al escenario de Donceles: la filarmónica y la banda de Nyman, para interpretar su Música a gran velocidad, composición encargada al británico radicado en México en 1993 debido a la apertura del tren TGV del norte de Europa Paris-Lille. Llena de las repeticiones que caracterizan su sonido, y de esas atmósferas inquietantes y hasta un tanto perturbadoras, la pieza fluyó con soltura, emocionando al público que pedía más. Pero las luces encendidas de la sala dejaron claro que esta vez no. 

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Michael Nyman (GDF)

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