Spotify: ¿Le hace bien o mal a la música?

El mundo del streaming ha venido a cambiar, sin lugar a dudas, el consumo en la industria del entretenimiento, con una captación de público cada vez mayor interesado en películas, series y música, mayormente. Debido a la rapidez, la…

El mundo del streaming ha venido a cambiar, sin lugar a dudas, el consumo en la industria del entretenimiento, con una captación de público cada vez mayor interesado en películas, series y música, mayormente. Debido a la rapidez, la facilidad y su bajo costo -considerando el extenso catálogo que ofrece- cada vez más gente opta por la contratación de este servicio, lo que ha desatado controversia en algunos sectores; en la música, específicamente.

“Somos el servicio líder de streaming en México, por mucho”, asegura visiblemente contenta Valerie Miranda, Label Relations Mexico & U.S. Hispanic para Spotify, o ya en español, la mujer que se encarga de la relación entre la empresa y los propietarios del contenido, llámense disqueras o artistas.

Para nosotros como usuarios es sumamente fácil utilizar Spotify sin detenernos a pensar demasiado en cómo es que esa música llegó ahí, quiénes se benefician más allá del consumidor final y cómo esta vía, el streaming, se ha convertido en nuestra forma de consumo.

¿Cómo se da esta relación entre Spotify y el artista/disquera?

Valerie Miranda: Ocurre de muchas maneras. Nosotros, por supuesto, hemos buscado a los dueños de catálogos para incluir esa música en la plataforma y en muchas ocasiones también se nos han acercado aquellos con los que no habíamos llegado aún. Nosotros no discriminamos géneros, idiomas ni tempos musicales, cualquier pieza puede estar en Spotify; claro, esa música debe pasar por un distribuidor digital por temas de higiene de metadata, que es la canción codificada con detalles como quién la grabó, quién la compuso, si tiene un sample de tal canción cuál es ésta, para qué territorios va, cómo se llama la canción. Para que toda esa información esté correctamente expresada debe pasar por un proceso técnico que es de lo que se encarga el distribuidor digital.

Muy bien, entonces, cualquier artista, desde uno firmado con un gran sello hasta uno independiente, puede tener su música en Spotify. Las siguientes preguntas serían: ¿Cuál es el acuerdo al que se llega con cada músico? ¿Es igual? ¿Existen especificaciones?

VM: Nosotros tratamos de ser lo más transparentes posibles con nuestra información. Existe una página en Internet que es spotifyartists.com, donde explicamos a detalle nuestro modelo de negocios. Spotify no paga por reproducción en sí, eso es muy importante aclarar, se trata más de una ecuación en la que básicamente dividimos todos los streams de la plataforma con el total generado por determinado artista, para encontrar el factor proporcional por el cual le pagamos, con variaciones dependiendo si el stream viene de un usuario Premium o de uno gratuito, porque cabe decir que los usuarios gratuitos también monetizan. De todos los ingresos que tenemos, devolvemos el 70% a los propietarios de los contenidos que en muchos casos no es el artista. Una vez que Spotify hace el pago ocurre una posterior distribución dependiendo del acuerdo y condiciones que ellos tengan con los artistas, decisiones personales y específicas en las que no tenemos injerencia.

Con base en esto, es evidente la disminución en la cantidad de dinero que llega al artista, pues del 100% de ingresos de Spotify (incluidos streams, publicidad y suscripciones), 70% se divide entre todos los artistas dependiendo el porcentaje a partir de sus streams en el mes, luego, existe otra división dependiendo del acuerdo que éstos tengan con sus disqueras:

VM: Vale la pena clavarse en la forma en que funcionan los derechos de la música en las legislaciones de cada país, pues los intérpretes reciben un porcentaje, los compositores otro tanto, y esas decisiones están completamente fuera de nosotros, pues es la forma en que se trabaja en la industria. Tal vez en lo que hemos fallado es en nuestro trabajo de comunicación, porque existen muchas ideas de cómo funciona nuestro modelo de negocio aunque esté publicado en Internet.

En este punto, es inevitable hablar del escándalo que ocasionó Taylor Swift al sacar toda su música de Spotify, declarando que la plataforma devaluaba su trabajo y no la beneficiaba ni a ella ni a todos los que trabajaron en su música. Lo paradójico es que sus canciones permanecen en otros servicios similares e incluso en YouTube, que remunera un porcentaje menor cada que alguien reproduce determinado contenido. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué la joven cantante llegó a esa conclusión? ¿Y por qué la cifra de ganancias que dio Daniel Ek, CEO de Spotify, no coincide con la que en su momento refirió Scott Borchetta, CEO del sello de Swift, Big Machine?

VM: Es interesante ver que la música de Taylor Swift aún está en otras plataformas que tienen un tier gratuito, que era un poco lo que se criticaba de nuestro servicio, y que monetizan menos que el nuestro. Entonces, mientras respetamos mucho sus puntos de vista, nos gustaría decirle: ‘Taylor, nosotros hemos contribuido dos billones [sic] de dólares a la industria y uno de ellos sólo en 2014’. Lo que ocurre en situaciones como éstas es que Spotify no le paga a Taylor Swift, sino a los propietarios del contenido, éste genera un beneficio y es el monto que entregamos, lo que suceda después no es algo que esté en nuestras manos.

En la charla con Valerie también nos acompaña Raúl González, Consumer Marketing Mexico & Latin America, quien asiente con la cabeza las afirmaciones que su compañera dice y hace intervenciones breves en apoyo a sus comentarios. En lo que se refiere a la naturaleza de la polémica, él aseguró:

Raúl González: Creo que viéndolo menos en el tema de la industria, la polémica es hasta cierto punto normal, la hubo cuando cambió el vinilo y entró el casete, cuando llegó el CD también. Creo que es parte de la evolución en el consumo de la música, después del CD surgió el mp3 y esto llevó el streaming, son cambios a los que no nos podemos negar y el streaming está teniendo protagonismo en toda la industria del entretenimiento, no sólo en la música…

VM: Es un cambio de paradigma la forma en la que nos enfrentamos a la propiedad de las cosas, yo lo veo por ese lado. El espacio se ha vuelto un commodity muy valorado, entonces, los objetos que ocupan espacio en tu casa te quitan espacio para otras cosas, tu teléfono mismo tiene una cantidad finita de megas para meter información. Con esto en mente, quizá tú prefieras tener cien fotos de tus hijos y no música, cuando ésta puedes tenerla en la nube. Creo que se trata de soportes que van acompañando los mindsets de los diferentes tiempos; el de nuestra época es cambiar un acceso de propiedad, de tener la cosa a acceder a ella.

Spotify puede ser cuestionado por su modelo de negocios, puede tener detractores que propongan un método diferente por medio del cual el músico gane más, pero lo que es innegable es su capacidad de colocar canciones en los oídos de la gente, tan cerca como es posible, jugando con lo que Valerie calificó “su capacidad de descubrimiento”.

VM: Queremos que los creadores generen más y se conozca su música mucho más. Tenemos el caso de una chica llamada Sofía Reyes, que fue una de nuestras apuestas para 2015. Ella tiene más reproducciones en Spotify que en YouTube y es una artista que está monetizando muy bien su contenido; ésas son las historias que nos dan mucho gusto.

RG: Lorde es otro caso en el que Spotify funcionó como palanca de proyección.

VM: Ella es el ejemplo de una historia que fuimos construyendo juntos y que se puede rastrear con un chart de analytics. Lo que ocurrió fue lo siguiente: La representante de Spotify en Australia escuchó la canción, ‘Royals’, y le pareció fenomenal, ella hizo todo a su alcance para meterla en la mayor cantidad de playlist que administramos y la canción detonó, claro, hubo elementos de marketing pero, de verdad, ésta es una incubadora de desarrollo de artistas, porque da la posibilidad de descubrir cosas que no escucharías de otra manera; nosotros trabajamos con la posibilidad de descubrimiento.

Al cuestionar el también sonado tema de la indefensión de los artistas independientes con la manera en que Spotify trabaja, Valerie suelta un ejemplo que, en cuanto a la posibilidad de proyección, podría tirar los argumentos de más de uno:

VM: Hay conocimiento de industria específico que a veces no está tan presente en la mente de muchos artistas. En el caso de México, por ejemplo, el artista más escuchado de 2014, sobre el que tú quieras, es un artista independiente: la Banda MS. Ese tipo de historias son interesantes. Por otro lado, me gusta hablar de la campaña Spotlight en la que tuvimos a Centavrvs el año pasado, sería interesante que platicaras con ellos y que te dijeran cómo estaban antes, cómo están ahora y sus ganancias con respecto a otros formatos, porque ellos de ser un fenómeno local se convirtieron en un fenómeno internacional con el apoyo de Spotify.

La industria de la música siempre ha tenido sus aristas y lo cierto es que no existen verdades absolutas.

Por un lado está la gente que se ve beneficiada con la posibilidad de escuchar música con sólo apretar un botón y por el otro aquellos artistas que no se sienten recompensados por su trabajo. “La gente quiere consumir música y la quiere consumir ahorita, quiere tenerla a la mano y la quiere tener disponible”, dice Valerie tajante.

Debemos admitir que tiene razón, la forma de consumo es nuestra y así como podemos contratar Spotify y accesar a millones de canciones, también podemos comprar el disco de nuestro artista y asistir a sus conciertos. La decisión, siempre, es nuestra.

¿Tú estás de acuerdo o en contra de los servicios como Spotify?

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