José José en el Metropólitan: la crónica

¿Hará playback? ¿Invitará a otros músicos para hacer dueto con él? La verdad es que no sabía qué esperar. Jamás había visto en vivo a José José y tenía la misma curiosidad, me imagino, que muchos de los que…

¿Hará playback? ¿Invitará a otros músicos para hacer dueto con él? La verdad es que no sabía qué esperar. Jamás había visto en vivo a José José y tenía la misma curiosidad, me imagino, que muchos de los que anoche llegamos al Teatro Metropólitan para la cita chilanga de El Príncipe de la Canción con su público. 

El telón se abrió sin mayor anuncio. Al centro, apoyado en un bastón, un hombre dice al micrófono: “Hoy estamos aquí para honrar a José José“. No tengo idea quién es, pero sin más, y acompañado con una pista, suelta su potente voz. Hace de abridor con cuatro canciones, entre las que estuvieron: “You Are So Beautiful” y “I Feel Good”.

El teatro está lleno al 80%. Hay gente de todas las edades, incluso quienes han viajado desde Colombia, literalmente envueltos en su bandera.

Son las 19:03 y la orquesta de 10 músicos y dos coristas hace su entrada y después de ella, ayudado del brazo, aparece José José.

“No saben lo que se siente regresar a ésta, mi ciudad capital”, dice. Está más canoso de lo que lo imaginaba, y viste de blanco de cabeza a pies, con un smoking cruzado, satinado y con hombreras demasiado evidentes. Lleva dos enormes anillos en el índice y el medio de su mano izquierda y otros dos en el medio y meñique de la derecha.

“Vamos a revisar mis canciones desde el año 69 hasta las más actuales”, explica. Toma el micrófono alámbrico y comienza la canción.

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El momento de la verdad

No. No es playback. Y se nota. José José está cantando con su voz actual. Con la misma con la que hoy habla. Pero al público parece no importarle. Aplaude a rabiar, más a la trayectoria del ídolo que a lo que escucha. Más por la oportunidad de ver en vivo y sobre el escenario a ese que llenó desde el Ferrocarrilero hasta el Madison Square Garden de Nueva York. 

Suenan todos sus grandes éxitos. Esos que muchos chilangos nos sabemos de memoria. “Le doy gracias a Dios y a Alcohólicos Anónimos que me mantienen con 22, y pronto 23 años de sobriedad”, dice. 

Y luego canta “la canción más importante de mi carrera”; “Amar y querer”, de Manuel Alejandro. No puedo dejar de imaginar cómo cantaría hoy este señor si hubiera cuidado de su voz. Luego hace el único dueto de la noche con Rebeca, una de sus coristas con “Te quiero así” de Juan Carlos Calderón

“Con el permiso de ustedes me voy a tomar unos chochitos homeopáticos que son los que me ayudan a que todo salga mejor”, explica al público. José José habla muchísimo entre canción y canción. Camina, bromea con la gente. Cuenta chistes. 

Luego viene la legendaria “Almohada”, de Adán Torres, y después “una de las canciones mas tristes que he grabado. Les deseo que jamás se sientan así en su vida”. Se refiere a “Payaso”, de Rafael Pérez-Botija. A la mitad de la canción se queja: “No me oigo”. Y durante el resto del concierto sigue peleándose públicamente con el del sonido, ya sea pidiendo más cuerpo a la voz o más volumen sobre el escenario. 

Aunque todo mundo ubica estas canciones como “de José José”, jamás había visto en vivo a alguien que presentara canción por canción dando el crédito correspondiente a su compositor: Jaén, Pérez-Botija, Calderón, Cantoral…

Camina por el escenario. Dirige a los músicos. Hace un medley de lo que define como sus “Superéxitos”: “Buenos días amor”, “Amor, amor”, “Me basta”… Vaya que son éxitos. Debajo de la ronquera, por instantes surgen destellos de la que alguna vez, sin exagerar, fue la voz más grande de Latinoamérica. La que le llevó a vender más de 90 millones de discos. “Son canciones que quiero muchísimo. Me traen recuerdos de una época genial”, nos explica.  

 

#EnEstosMomentos @JoseJoseOficial canta “Me basta” y sus grandes éxitos. Así suena:

Un vídeo publicado por Chilango — Revista y Web (@chilangocom) el15 de Mar de 2015 a la(s) 6:52 PDT

Por fin supimos quién era

“Ahora sí voy a presentar como se lo merece a quien me hizo el favor de abrir el concierto”, explica. Llama al escenario a Jahvel Johnson para apadrinarlo. Es el chavo que se hizo famoso en el Metro del DF. “Hoy me honro en ser tu padrino. Es un privilegio apadrinar a un talento como el tuyo”, le dice. El Metropólitan improvisa el cántico: “Jo-seeeé José José Joseeeé O-eee O-eee”. 

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El concierto sigue con “Gavilán o paloma” y ahí el contraste con la memoria colectiva fue evidente; la voz del El Príncipe de la Canción de plano no le respondió. 

“¡Eres el más grande de todos los tiempos!”, le gritó desgarrándose un chavo de unos 30 años desde el fondo del teatro. 

Sí. Ahí siguen los movimientos, el carisma, la sonrisa, las anécdotas, el característico movimiento del cable del micrófono con la mano izquierda. Vienen “Vamos a darnos tiempo”, “40 y 20”, “He renunciado a ti”, “Seré”, y “La nave del olvido”, pero la verdadera voz del Príncipe sólo queda en sus discos. Cerró la noche con “El Triste”, pero al salir, el triste soy yo. Y más cuando al final anuncian que -incluso después de dar el alma y todo lo que tiene sobre el escenario por poco más de dos horas, lo que imagino agotador física y emocionalmente para él- José José “estará tomándose una foto  (previo pago) con quienes hagan una fila al costado derecho del escenario”. La fila es enorme. 

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