Goran Bregovic se presenta hoy en El Plaza y nosotros lo entrevistamos. El músico siempre aparece en el escenario vestido de blanco. Así es desde 1996, cuando en Atenas, Grecia, volvía a tocar en vivo tras romper con su exitosa banda de rock.
“Creo que el blanco queda con mi música. Esa vez tocamos en el gran anfiteatro y me di cuenta de que no tenía un traje para usar. Fui a comprar uno, era verano, el blanco parecía apropiado y nunca lo cambié”, cuenta Goran.
Esta vez viene a presentar Champagne for Gypsies, un álbum que él considera “su pequeño regalo para confirmar que los gitanos no son el problema de este mundo”. En el disco colaboraron Eugene Hütz, de Gogol Bordello, The Gypsy Kings y la irlandesa Selina O’Leary.
“Me gusta mezclarme con varios músicos porque soy una persona ecléctica. Como yo trabajo con arquetipos, me gusta hacerlo con artistas que a su modo son arquetipos”, dice.
Pero hubo un tiempo en que Goran ya no quería tocar. Tras 15 años como rockstar en Yugoslavia estaba cansado de la necesidad de amplificar las cosas.
“Antes de la guerra en Bosnia estaba retirado. Lo que me hizo volver a tocar fue escuchar, por primera vez, al Balanescu Quartet tocando dos de mis piezas en Roma: vi a cuatro tipos sentados tocando mi música sin necesidad de amplificar nada. Lo que hago hoy es un concierto sencillo, que no tiene nada en común con la farándula”.
Para Bregovic, conocido por su colaboración como músico con el cineasta Emir Kusturica, así como hay compositores que aguardan el crepúsculo, que esperan estar drogados, abandonados o desilusionados, él simplemente cree en “trabajar ocho horas diarias escribiendo música con la certeza de que este trabajo es como cualquier otro”.
18 de octubre, El Plaza Condesa, 21hrs, $500-$800.