Uno de los legados del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro de 1971 (el “Woodstock Mexicano”) fue la prohibición de conciertos masivos de cualquier género en México, donde ya de por sí era imposible que dieran permiso para que se realizaran.
Hoy, la Ciudad de México es una de las capitales del mundo donde más conciertos de llevan a cabo, y es común que las grandes bandas pongan en sus giras alguna fecha en tierras chilangas.
Pero durante los 70 y gran parte de los 80 era impensable que se llevara a cabo en el país un gran concierto con artistas como Paul McCartney o que existiera un lugar como el Foro Sol. Es más, cuando en 1989 trajeron a México a Rod Stewart, se lo tuvieron que llevar al estadio Corregidora de Querétaro porque en el DF no hubo manera de que les otorgaran un permiso a los organizadores, entre los que se encontraban los nombres de unos inquietos jóvenes de nombre Emilio Azcárraga Jean y Alejandro González Iñárritu.
En ese contexto, cantantes como Menudo, Emmanuel y Vicente Fernández fueron los que abrieron camino para que la Ciudad de México se convirtiera en la sede de conciertos internacionales que es hoy. Aquí un breve repaso para recordarlo.
Emmanuel, Miguel Ríos y Chente llenaban la Plaza México
A inicios de los 80, los conciertos eran en foros más bien pequeños, como centros nocturnos, en donde los asistentes podían ver a artistas como Raphael o José José desde unas mesas con mantelito y toda la cosa mientras pedían una botella de ron y refrescos para preparar cubas.
Por ejemplo, cuentan que la banda The Police (liderada por Sting) se sacó de onda cuando dio un concierto en el entonces Hotel de México (el antecedente inconcluso de lo que hoy es el World Trade Center) en donde los asistentes estaban sentados en mesas y no brincando y coreando sus canciones.
Así, foros como El Patio o “El Lugar” eran los únicos espacios en donde los chilangos clasemedieros podían ver a sus estrellas favoritas, y si eran verdaderos fans, se las arreglaban para poder escuchar a sus ídolos cantar dos canciones asistiendo a la transmisión de Siempre en Domingo en el teatro-estudio “Paco Malgesto” de Televisa Chapultepec (que se destruyó en el terremoto de 1985).
A finales de los 80, se inauguró un gran foro que era un centro nocturno con esteroides llamado Metrópolis y que luego cambió su nombre a Premier, el cual se encontraba en Avenida San Jerónimo y que se convirtió en un lugar que era capaz de recibir espectáculos de primer mundo, pero seguían siendo para un número limitado de asistentes que reservaban una noche en la que tenían una velada de cena+show+baile.
Lugares como el Palacio de los Deportes estaban prácticamente abandonados, el Auditorio Nacional estaba subutilizado, el Metropólitan era un cine y el Foro Sol no existía, así que los únicos grandes espacios disponibles para conciertos masivos eran la Plaza de Toros México y el Estado Azteca.
En el coso de la colonia Nochebuena se registraron algunos conciertos importantes de artistas muy populares de la época, como Emmanuel, quien siempre buscaba que sus shows en vivo tuvieran una producción similar a la de algunos innovadores cantantes de la época, como Peter Gabriel… toda proporción guardada, claro está.
Así, un par de veces, el intérprete de “La Chica de Humo” presentó un magno concierto de fin de año en la Plaza México, en donde incluía grandes novedades para la época, como juegos de luces y pirotecnia. Como no había sistemas de ventas de boletos, éstos se podían adquirir en unas mesas instaladas en algunas sucursales de Sanborns.
De hecho, en 1987, el también intérprete de “Toda la Vida” se presentó en el Zócalo, cuando tampoco eran comunes ese tipo de conciertos. En esa ocasión, tuvo que recortar su presentación a unos 45 minutos porque se esperaban unas 50 mil personas, pero llegaron (dicen) 200 mil, por lo que no se pudo garantizar la seguridad de los asistentes; sin embargo, la producción fue grande, con un escenario similar al de unos andamios de construcción y hasta él y los músicos salían con casco. Como dato curioso, el maestro de ceremonias de ese concierto (sí, había un presentador) fue Paco Stanley.
Pero regresando a la Plaza México, otro importante concierto se llevó a cabo en abril de 1988, cuando el rockero español Miguel Ríos se presentó en vivo en lo que sería el primer concierto masivo de una estrella internacional de ese género que se presentara en la Ciudad de México en muchos años.
Durante los días previos, en las estaciones de radio de música juvenil, como Espacio 59 (que antes era La Pantera, 590 AM), se daban instrucciones a los que tenían boleto para que se portaran bien y aprovecharan la oportunidad de asistir a un concierto como ése, que podría ser el inicio de una nueva era en ese tipo de espectáculos en el DF; también advertían que era inútil asistir si no tenías boleto. Al final, el concierto fue un éxito y se llevó a cabo prácticamente sin problemas.
Otro artista que se presentó en 1984 en la Plaza México fue Vicente Fernández, quien aprovechó para grabar el disco “Un Mexicano en la México” con una selección de sus éxitos hasta entonces.
Menudo llenó el Azteca
Pero unos años antes ya se habían dado algunos pasos para lograr que en la Ciudad de México se realizaran conciertos masivos, siendo el más grande el que se hizo en marzo de 1983, cuando 100 mil personas abarrotaron el Estadio Azteca para escuchar al grupo más famoso del momento: Menudo.
Así, las tribunas del coloso de Santa Úrsula se llenaron de adolescentes que gritaban mientras al exterior las esperaban sus papás. Los cinco integrantes de la mamá de las boy bands salieron a un escenario montado al centro de la cancha y eran los únicos que estaba ahí, ya que los asistentes sólo podían estar en las gradas con un audio algo precario.
En los siguientes años no hubo más conciertos como ése en el Azteca, pero a alguien se le ocurrió que podían hacer breves presentaciones de artistas durante el medio tiempo de los partidos del América, a la usanza de los estadios de la NFL en Estados Unidos.
Así, en el primer espectáculo de medio tiempo en la Primera División de México se presentó el grupo infantil español Parchís, durante un partido de las Águilas (acababan de recibir ese mote después de muchos años de haber sido simplemente “azulcremas) de viernes por la noche.
De hecho, existe una versión del entonces recién estrenado himno del América que es interpretada por Parchís… ahí como curiosidad también.
Portazo para ver a Sabina
Ya hacia la parte final de los 80, el Rock en tu Idioma logró que bandas mexicanas, españolas y argentinas se presentaran en diversos foros, como el caso de Soda Stereo en un Auditorio Nacional cuyas instalaciones no tenían nada que ver con las actuales, que se inauguraron en los 90.
En ese mismo destartalado espacio, en el que se podía fumar durante los espectáculos, se presentó Joaquín Sabina, quien venía precedido de una especia de mitología de artista alternativo, por lo que cientos de personas que se quedaron sin boleto organizaron algo que era muy común en los conciertos de finales de los 70: un portazo.
Para los que no lo sepan, el portazo consistía en reunirse afuera del foro donde se llevaría a cabo el evento al que se deseaba asistir y, cuando se juntara suficiente banda, todos intentaban entrar al mismo tiempo, la mayoría de las veces con éxito.
En el caso de ese concierto de Joaquín Sabina, ni la policía ni los bomberos pudieron retener a los participantes del portazo, y finalmente varios de ellos disfrutaron del concierto.
Por cierto, el portazo más trágico de la historia de la Ciudad de México no se registró en un concierto de rock, sino en un partido de futbol, durante la final de 1985 entre Pumas y América en el estadio de Ciudad Universitaria.
El Palacio de los Rebotes
El primer foro que se usó para presentar conciertos internacionales en el DF fue el Palacio de los Deportes, donde INXS fue el primero que demostró que los chilangos ya estaban listos para ese tipo de shows, pero unos años antes se llevaron a cabo en ese lugar algunos conciertos memorables para quienes los presenciaron.
Por ejemplo, tras presentarse en el Premier, los Hombres G ofrecieron un concierto en el “Palacio de los Rebotes”, conocido así por la pésima acústica que tenía. En esa presentación, que la verdad no se llenó pero asistieron muchos fans, el telonero fue Bon y los Enemigos del Silencio. Pero algunos años antes ya se habían presentado conciertos con artistas como Parchís o Timbiriche.
Así, que cuando hoy asistes a un concierto en la Ciudad de México, es gracias a toda una chamba que hicieron personas que sabían que los chilangos merecían este tipo de eventos.