Acto segundo
Un piano y una batería. Una Amanda Palmer y un Brian Viglione. Un dueto y un público. Un escenario que llenaron con facilidad y un teatro forrado en terciopelo carmín. Un deseo ansioso de volver a escuchar a The Dresden Dolls, después de seis años de haberlo hecho por primera y única vez. Una increíble respuesta de parte suya, convertida en dos horas y media de concierto.
Acto tercero
No sabemos si agradecerles que nuestra ciudad haya sido el lugar que eligieron para sonar en vivo luego de los dos años de pausa en su música, que su show haya durado tanto tiempo y lo hayan tan bien –con esa emoción–, que hayan covereado a The Smiths, a Nick Cave y a Black Sabbath, o que dijeran que el público mexicano es jodidamente increíble.
Agradezcámosles, pues, en paquete.
Acto primero
La gente estaba aglomerada en el acceso al teatro Fru Fru. Una puerta pequeñísima separaba la calle de Donceles de aquel histórico y hermoso lobby decorado –en el techo– con fotografías de “celebridades” de otros tiempos y –las paredes– con espejos donde podíamos ver a aquellos que habían seguido la sugerencia de Amanda y llegaron caracterizados.
Los palcos estaban todos ocupados, el primer piso también estaba lleno y la zona general de pie –como se le suele llamar– estaba igualmente atestada, sobre todo de sombreros. Todos, muy tranquilos, esperaron hasta eso de las 10:15pm, cuando Amanda y Brian salieron a escena.
Claveles rojos y blancos cayeron en el suelo de la tarima.
Ellos –sonrientes– se acercaron al frente, sonrieron, agradecieron, tomaron las flores, las aventaron al público y fueron a tomar su lugar. E iniciaron con Cosmic dancer.
El concierto estuvo lleno de cordialidad. Inició con sonidos tristes, hasta que llegó a su máximo con el rock punk cabaretero teatral que caracteriza a este par.
Se escucharon Good Day, Amsterdam, Delilah, Missed Me, Gravity, Coin-Operated Boy, Half Jack, Girl Anachronism, Sex Changes, y cerraron con War Pigs.
Acá las imágenes.