El sábado pasado se llevó a cabo la octava edición del Indie-O Fest y como ha sido tradición año con año, sirvió para mostrarnos a algunos de los mejores exponentes de la música a nivel internacional. Por problemas de logística nos perdimos a los tapatíos de Antoine Reverb, pero por lo que escuchamos sonaron muy bien, aunque tuvieron la desventaja de que, al ser los primeros, era poca la audiencia en ese momento.
Afortunadamente, conforme fue avanzando el festival, el recinto se comenzó a llenar poco a poco. El siguiente platillo en el buffet musical que ofrecía el Indie-O, fue Youth Lagoon, seudónimo de Trevor Powers, músico estadounidense que lanzó uno de los discos favoritos de la crítica el año pasado. Y en vivo nos dimos cuenta por qué es tan aclamado. Acompañado de tan sólo un guitarrista Powers sorprendió a los presentes con un set lleno de melodiosas armonías dream pop con poderosos sonidos graves y beats pesados que hacían que, literalmente, retumbara el Polyfórum.
Antes de presentar “Montana”, Powers agradeció al público y comentó que le gustaría hablar algo de español, contando una anécdota de su maestro de este idioma en la preparatoria, y cómo después de dos años lo despidieron y sólo hacía crucigramas, por lo que nunca aprendió del todo. Antes de “Seventeen” habló un poco sobre la imaginación y como ésta había inspirado la canción. El público aplaudió y se movió de un lado a otro al ritmo de la música. Con “July” Powers se despidió de la audiencia mexicana, recibiendo muchos aplausos y retirándose del escenario con una tímida sonrisa.
Después de cada banda había una migración de casi todos los presentes a la parte de abajo del recinto para ir a comprar playeras, discos, algo de tomar o sólo para platicar. Acertadamente, los organizadores daban primera, segunda y tercera llamada antes de cada acto lo que hacía que la gente pudiera subir a tiempo para ver la siguiente banda.
En esta ocasión se trataba de Wild Flag. Era claro que eran una de las agrupaciones más esperadas de la noche, sin embargo varios saldrían decepcionados. Las cuatro integrantes de la banda (que incluye a dos ex integrantes de Sleater-Kinney) tuvieron una de las mejores actitudes del festival, siempre enérgicas y divertidas dejando ver señales de su experiencia en el género riot grrrl. Pero también se notaba que estaban molestas, y es que el sonido fue un absoluto caos, las guitarras iban y venían, las voces se apagaban y de pronto los teclados no sonaban en lo absoluto.
El público tampoco ayudó, ya que a pesar de que la música del cuarteto se presta para bailar y saltar, casi todos los presentes se mantuvieron prácticamente estáticos. Entre canción y canción aprovechaban para jammear un poco y esos eran los mejores momentos, donde también dejaban ver su actitud más rockera, lo cual lograba conquistar a los fans dentro de la audiencia. El cierre llegó con “Romance”, y a pesar de que fue la más bailada de todo el set quedó claro que los problemas de audio fueron un gran obstáculo. Esperemos que tanto la banda como sus fans tengan otra oportunidad en mejores condiciones.
El recinto se vació un poco después de Wild Flag, era el turno de Kurt Vile & the Violators. Desafortunadamente, Vile y su banda también fueron victimas del mal sonido, y aunque no fue tan castigador como en Wild Flag, sí evitó que se disfrutara por completo la presentación. Muy diferente a como suena en disco, y tal y como nos contó en la entrevista que le hicimos, las canciones de Vile suenan mucho más pesadas en vivo, gracias al aporte de The Violators.
Precisamente las canciones más pesadas fueron las que más gustaron entre el público mientras que las semi-acústicas perdieron la atención de la mayor parte de la audiencia. Probablemente no fue culpa de Vile, sino del terrible sonido que a veces no dejaba que se le entendiera ni una sola palabra. El momento más memorable de la presentación fue un excelente cover a “Downbound Train” de Bruce Springsteen, el cual incluyó un gran sólo de saxofón. Vile terminó su set con “He’s Alright” y se despidió del público, recibiendo moderados aplausos de regreso.
City and Colour fue el siguiente acto en presentarse en el festival. Al igual que con Wild Flag de repente se notó que aumentó el público, City and Colour atrajo a varios fanáticos, que sólo venían por él. A lo largo de una hora, el proyecto de Dallas Green complació a sus cientos de fans. De cierta forma, al igual que con los temas Vile, en vivo sus canciones sonaban mucho más pesadas, en muchas sonaba como alguien con más en común con grupos de rock sureño, que con folk.
Su canción “Little Hell”, que da nombre a su último disco de estudio fue un emotivo momento en el que a más de uno de los presentes se les salieron las lagrimas. Por otro lado, “Waiting…” definitivamente fue uno de los mejores momentos del festival y en que la gente más cantó, coreando los oooohs, a petición de Green, sin duda alguna un momento emotivo para sus fans. Tras la presentación del músico canadiense una buena parte del público aprovechó para salir y prepararse para el final de la noche. Una doble función de Sonic Youth.
El siguiente acto fue Lee Ranaldo, guitarrista de la icónica banda neoyorquina. Para el momento en que Ranaldo tomó el escenario ya se veía entre el público a más de uno con playeras de Sonic Youth. El amo de la guitarra logró algo que nadie había hecho en todo el festival: que el público saltara. En canciones como “Off the Wall” se sentía que el piso del recinto se movía mientras un grupo de fans bailaban sin cansancio. Ranalado se dedicaba un tiempo para presentar cada canción, contando una anécdota de cómo surgió, qué lo inspiró y demás datos que cualquier fan de hueso colorado amaría. Tal fue el caso de “Xtina As I Knew Her…” una canción que según Ranaldo fue inspirada en los tiempos cuando era joven y se la pasaba con sus amigos con drogas y alcohol, a lo que el público respondió emocionado.
Los mejores momentos durante la presentación de Ranaldo llegaron cuando el músico improvisaba y jugaba con su guitarra. Creando distorsiones enlazadas con poderosos guitarrazos, Ranaldo mostró exactamente qué es lo que lo hace un personaje tan importante para la música moderna. Habló un poco sobre “Shouts” y cómo fue inspirada por unas fotografías y covereó a los Talking Heads, el público se volvía loco por él y su banda. Que por cierto, vale la pena mencionar que Steve Shelley, baterista de Sonic Youth toca el instrumento en el actual grupo de Ranaldo. El guitarrista cerró su presentación con “Waiting on a Dream”, recibiendo la ovación más grande hasta ese momento. Era hora de Thurston Moore.
Pasada la media noche, el otro gran guitarrista de Sonic Youth y su banda, que incluían otro guitarrista, un violinista y baterista tomaron el escenario. Empezaron con “Orchard Street” de su último disco Demolished Thoughts y desde ahí el grupo aclamó al cantante y su banda. El violín daba un toque bastante único y desde un principio sonaba la característica guitarra de Moore. Después de una canción, las guitarras eléctricas fueron cambiadas por acústicas para seguir tocando canciones de Demolished Thoughts. La serie de canciones un poco más tranquilas no fue tan bien recibida, pero pronto Moore y compañía recuperarían la atención creando extensos momentos de improvisación, donde paredes de ruido crecían y crecían hasta saturar completamente el Polyfórum. Después de un rato Moore tomó la guitarra eléctrica y aquí fue donde despegó la presentación.
Distorsiones, riffs pesados, ruido mezclado con melodía y una actitud que incorporaba lo que es el rock. Todo por lo que es famoso Moore se manifestó a partir de este momento y el público asombrado no pudo evitar gritar y aplaudir. Mientras tanto, hasta adelante, una parte de la audiencia aprovechó para iniciar el slam, lo cual hizo que más de uno se fuera para la parte de atrás. “Circulation” fue dedicada para los que habían ido a verlo desde Mexicali, lo cual hizo que unos cuantos, asumimos que los de Mexicali, le gritaran de regreso. Cerca del final de su presentación, Moore anunció que su baterista necesitaba un trago, por lo que había que buscar un nuevo baterista, Steve Shelley subió al escenario y juntos interpretaron una imponente y poderosa versión de Ono Soul, que sin duda alguna fue el mejor momento de la presentación. Durante este periodo, el baterista de la banda de Moore decidió aventarse al público y crowdsurfear. El público coreó una serie de cosas que iban desde “Steve, Steve” hasta “Lee, Lee”, pero Thurston sólo pudo sonreír y despedirse de la audiencia. El público pidió otra y Moore regresó para interpretar una canción, dejar el escenario, y regresar una vez más a terminar la noche con una extendida versión de Staring Statues.
Así cerró otra gran edición del Indie-O Fest, que en esta ocasión nos dio la oportunidad de ver a dos leyendas y a una serie de propuestas interesantes. Hay cosas que trabajar, pero se nota la experiencia de los organizadores del evento.