El Tajín rockea con Caifanes

“Somos como gatos en celo… Somos una célula que explota”; sí, puede que muchos ya lo hayan cantado (de hecho saben que más bien lo gritaron) en más de un concierto de Caifanes, pero el de esta noche fue…

“Somos como gatos en celo… Somos una célula que explota”; sí, puede que muchos ya lo hayan cantado (de hecho saben que más bien lo gritaron) en más de un concierto de Caifanes, pero el de esta noche fue diferente: retumbó y ojalá hubiera ensordecido a Saúl, pero, vamos, aunque llenábamos un parque que bien pudo dar asilo a más de 40mil visitantes, llegar hasta las 12 de la noche con la garganta limpia hubiera sido un desafío que a cualquiera le hubiera costado trabajo alcanzar.

Y es que las puertas de parque Takilhsukut se abrieron desde las 10 de la mañana y desde entonces la gente se arremolinó en los accesos. Filas interminables (en dos horas podías atravesar la puerta principal) llenaban nuestra primera visión del festival. Había dos: una para comprar tu pase de admisión y otra para entrar; la primera podía llevarte media hora, la segunda, más de dos.

Por eso decimos que la espera fue larga, quienes fueron a ver a Caifanes tuvieron que llegar a/esperar (a que dieran) las 10:30 de la noche para empezar a moverse al ritmo de “Negro Cósmico”. Los cinco integrantes hicieron su arribo al escenario como lo han hecho en sus últimos conciertos: uno a uno fue tomando su lugar hasta que Saúl inició: “Estoy perdido entre las misas de María. En una doctrina que no entiende libertades. Estoy cambiándome de fases a escondidas. Estoy regado en la misma sobredósis”.

Desde el primer y hasta el último minuto, quienes habían comprado su boleto para ver a Caifanes escucharon, cantaron o se movieron al ritmo de los 27 temas que Saúl y compañía interpretaron, poco más de dos horas en las que contagiaron al público la buena disposición que traían.

Saúl le bailaba a Alfonso, Sabo y Alejandro se miraban a los ojos mientras se retaban amistosamente, Diego tocaba el teclado que colgaba de su hombro mientras Alejandro se colocaba a su lado y hacían una perfecta toma fotográfica; Diego tocaba el sax mientras Sabo bailaba mirando a una cámara que grababa todo.

Porque lo que dominó este concierto fue el desmadre que los cinco echaron sobre el escenario. Se notaba que lo estaban disfrutando, que el concierto era más que una obligación de cumplirle a los fans, que se la estaban pasando tan bien como los que abajo brincaban y cantaban, se notaba que los cinco estaban hechos para el escenario, aunque suene a lugar común.

La banda tocó 21 canciones antes de hacer la pausa obligatoria; después volvieron a interpretar la última parte del set, aunque, para entonces, el público ya no podía pedir otra ni gritar los nombres de sus ídolos. No fue sino hasta que la banda volvió que Saúl presentó a sus compañeros y el público hizo un homenaje a cada uno, con gritos, porras y silbidos; Sabo se entusiasmó de más y no pudo sino acompañarlos con su bajo.

Luego, como había ocurrido en ocasiones anteriores, el quinteto cerró con la Negra Tomasa, antes había tocado puros hits: Viento, Nubes, La célula, Afuera y No dejes que. El baile terminó con Saúl y Diego grabando a la marejada de asistentes con una cámara de fotos, y agradeciendo su aguante.

El público –entre jarocho y llegado de quién sabe cuántas latitudes, “la raza”, pues, como Saúl “nos” llama– le contestó con pura buena vibra y con la certeza de que ahí seguirían mientras ellos quisieran continuar programando conciertos.

Antes de Caifanes habían estado Los Daniels, que pusieron a bailar a todos con el tema que cantan con Natalia Lafourcade: “Quisiera saber”; Pila Seca, cuyo vocal subió al escenario usando parte de la indumentaria popular totonaca; División Minúscula, quienes dedicaron “Sognaré” a todas las chicas presentes, y Sonidero Meztizo, dueto (Roco y Moyenei) que no dejó pasar la oportunidad de recordar la defensa de la tierra, de los pueblos y de Wirikuta.

Y, como Roco no podía desaprovechar la oportunidad, la última canción de su participación fue Kumbala, que cantó junto a su compañera chilena. Y fue entonces que todos los que habían permanecido sentados se levantaron como cohete y corrieron a mover las caderas al ritmo de un sabroso y buen danzón.

Estas son las canciones que Caifanes interpretó:

Negro cósmico
Para que no digas que no pienso en ti
Miedo
La vida no es eterna
Aquí no es así
Comunicador
De noche todos los gatos son pardos
Miércoles de ceniza
Será por eso
Cuéntame tu vida
Antes de que nos olviden
El ave
Hasta morir
Estás dormida
Debajo de tu piel
Aviéntame
Ojo de venado
Los dioses ocultos
Detrás de ti
Mátenme porque me muero
Nos vamos juntos
Viento
Nubes
La célula que explota
Afuera
No dejes que
La negra Tomasa

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