¿Team frío? Así es entrar a una cabina de crioterapia

Siempre me he considerado team calor, pero después de probar la crioterapia, me he replanteado las ventajas del frío.

Seguro has visto a varias personas, especialmente atletas, sumergirse valientemente en tinas llenas de hielo por algunos minutos; y probablemente también te has preguntado… pero, ¿qué necesidad? Bueno, pues esta práctica tiene tantos beneficios que vale totalmente la pena intentarlo.

Su nombre es crioterapia y consiste en someter al cuerpo a temperaturas por debajo de -90°C entre uno y cinco minutos. Este choque térmico provoca beneficios como reducción de la inflamación, activa el metabolismo y mejora la recuperación muscular y celular.

Así es una sesión de crioterapia

La cosa es que, ni siquiera sabiendo tooodos los beneficios de esta terapia, me animaba a intentarlo. Solo de pensar en la sensación de meter un pie al agua fría, me hacía querer salir corriendo, hasta que supe de la existencia de cabinas de crioterapia.

Crioterapia en CDMX.
Foto: Chilango / Karla Peckerman.

Las indicaciones previas que me dieron para tomar la terapia fueron asistir con el cabello seco ―esto es muy importante―, vestir con short y top, y no llevar puestos accesorios con algún tipo de metal.

Ahora sí, el momento de la verdad. El tratamiento de crioterapia consta en exponerte a un choque helado a una temperatura de -115°C por dos minutos dentro de una cabina, pero no es nomás entrar y ya.

Primero me pidieron quedarme solo con las prendas indicadas, quitarme todo lo de metal y dejarme las calcetas. Luego me dieron un par de guantes, un cubrebocas y unas pantuflas.

También me sugirieron que, una vez dentro de la cabina, hiciera inhalaciones profundas y, si sabía hacerlo, una pequeña meditación de dos minutos. Pero como la calma no es lo mío, me dieron unos audífonos, me pidieron que eligiera una canción y que ya que estuviera en la cámara hiciera inhalaciones conscientes al mismo tiempo que bailaba o me movía.

Foto: Bienesta.

La última indicación fue que si en algún punto sentía que no lograría finalizar los dos minutos, podía hacer alguna seña y me ayudarían a salir; o simplemente abriera la puerta de la cabina. 

Dos minutos muy fríos

Y así fue como me coloqué los audífonos, le pusieron play a “Vivir mi vida” de Marc Anthony, abrieron la puerta dejando salir un gélido humo, entré y… la puerta se cerró.

“A veces llega la lluvia, para limpiar las heridas…” sonaba en mi cabeza mientras yo mantenía los ojos cerrados, mi piel comenzaba a sentir un frío como nunca antes y mi sistema se puso alerta. Al principio intenté mantenerme quieta, pero la sensación del frío me obligaba a moverme. “¿En qué me metí?”, me pregunté. “Soy una persona friolenta, no me gusta sentir frío” me dije. “Dos minutos va a ser demasiado, no voy aguantar”, me volví a regañar. “A ver Karla, ya estás aquí, Marc Anthony suena y puedes intentar al menos bailar, eso te gusta”, me tranquilicé a mí misma. 

Foto: Chilango / Karla Peckerman.

Y eso fue lo que hice, bailar al ritmo de salsa mientras el frío hacía lo suyo en mi sistema. Poco después del primer minuto, mientras me movía y respiraba para que no me ganara la desesperación, me empecé a sentir cómoda con la sensación de frío. “Extrañamente se siente bien, desafiante pero a gusto”, me dije. “¡Obvio lo vamos a lograr! Es más, que le bajen unos grados y podríamos llegar a los tres minutos”, me echaba porras mientras sentía que después de esto podría hacer cualquier cosa.

El temporizador de dos minutos llegó a cero, la chica que me apoyó durante toda la experiencia me abrió la puerta y paró la música. Salí de la cabina y mi piel fue la primera en recibir el choque con la temperatura ambiente. Me preguntaron si me sentía bien, yo confirmé y me dejaron a solas para que me cambiara.

“Así que esto es lo que sienten esxs valientes que entran a las tinas con hielo”, pensaba. La crioterapia por sí misma tiene todos esos beneficios físicos de los que ya hablé, pero ofrece otros que tienen que ver con la mente y hasta el instinto. Dos minutos a -115°C bastaron para sentirme con más energía, menos fatigada y con la mente despejada. Un regalo para mí misma que me cambió el día por completo. 

Crioterapia en CDMX.
Foto: Chilango / Karla Peckerman.

¿Dónde hacer crioterapia en CDMX?

La clínica de wellness Bienesta fue la que me brindó el servicio; y su personal, quien me acompañó en la experiencia de hacer crioterapia. La sesión tiene un costo de $1,200 y cuenta con tres sucursales: Del Valle, San Jerónimo y Lomas Altas, a la que acudí.

La crioterapia tiene resultados desde la primera sesión y se recomienda hacerla mínimo una vez al mes, pero puede ser desde 2 o 3 veces a la semana. No tiene restricciones, pero es recomendable que avises si tienes algún padecimiento para que los especialistas lo valoren.

Crioterapia en CDMX
  • Dónde: Paseo de la Reforma 2620 Piso 14 Int 1402, Lomas Altas, Miguel Hidalgo.
  • Horarios: Lunes a jueves de 10:00 a 18:00 y viernes de 10:00 a 15:00.
  • Costo: $1,200 la sesión.

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