Nos adentramos en el misterioso Teatro Fru Fru, aquí te contamos que descubrimos.
En el número 24 de Donceles, Centro Histórico, de vez en cuando una o un transeúnte se detiene frente a su enrejado y acerca la cara para husmear su interior.Desde la calle se alcanza a ver un corredor abovedado con imágenes de artistas mexicanos, un altar de Día de Muertos dedicado a su antigua dueña, Irma Serrano (La Tigresa) y a su costado, una figura femenina con cuernos, ataviada de ofrendas dejadas por las y los visitantes.
Pasando el lobby, rodeado por espejos y tapicería carmín, un ser con patas de cabra y cuernos recibe a los visitantes, sobre su mano membranosa y a sus pies también hay dulces, cigarros, puros y dinero. Las y los trabajadores nos explican que Serrano tenía la costumbre de ofrecerles un tributo antes de cada función y que, hasta la fecha, muchas personas continúan con el ritual.
La importancia histórica del Teatro Fru Fru
El edificio se remonta a 1899, año en el que abrió sus puertas con el nombre de Teatro Renacimiento. Además de ser uno de los foros más antiguos de la Ciudad de México, fue el primero en contar con luz eléctrica.
Varios años permaneció cerrado, cargando sobre sí, la amenaza de demolición, hasta que, encontró su salvación durante una subasta de la cementera Anáhuac, en la que fue adquirido por La Tigresa.
Remozó su apariencia al puro estilo de los teatros parisinos: introdujo pisos de mármol, cambio los colores morado y café, por el rojo brillante y el dorado y decoró sus espacios con esculturas rutilantes, muchas de ellas traídas del Mercado de Antigüedades de la Lagunilla, incluidas las antes mencionadas, las cuales, que en realidad representan a personajes de la comedia francesa.
Por cierto, el nombre con el que Irma Serrano rebautizó el lugar, es la onomatopeya francesa que refiere al sonido que produce la seda al ser frotada.
Desde su reapertura dejó mucho de qué hablar ya que tocaba temas poco explorados en las artes escénicas de aquel entonces, cómo la prostitución y las diversidades sexuales.
A finales de los años 1980, las funciones comenzaron a escasear, hasta que las temporadas teatrales cesaron por completo. Actualmente, las instalaciones están únicamente disponibles para producciones audiovisuales, recorridos turísticos, sesiones de streaming, conciertos, entre otros eventos especiales.
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El misterioso Teatro Fru Fru y su ¿fantasma?
Hay personas que aseguran que las ofrendas son un requisito indispensable para evitar contratiempos o experiencias paranormales, como caídas, fotos borrosas o la presencia de voces espectrales.
También hay quien dice haber visto sentado en uno de los palcos al Catrín del Fru Fru: un hombre con porte aristocrático, sombrero de bombín y bastón. Es el fantasma que dicen que habita el teatro y que si se dejan las ofrendas se puede salvar de que se aparezca por ahí, nos dijeron en el lugar.
¿En qué creía realmente Irma Serrano?
La producción del teatro nos platica que “creía en Dios y en los santos”, pero que, como muchas personas en México, también realizaba determinadas prácticas esotéricas, como limpias o portar amuletos.
También nos explican que, al ser una mujer del mundo del espectáculo, le gustaba jugar con las emociones del público asistente, por eso fomentaba la creencia en los poderes sobrenaturales de las imágenes que decoraban este lugar.
Algo en lo que también tenía fe era en el arte y en el buen trato a sus trabajadores, quienes expresan que ella era muy amable y que al recinto le hablaba con gran cariño, “como si de un ser vivo se tratara”.
Las leyendas pueden o no ser ciertas, lo que es casi innegable es que el Teatro Fru Fru fue muy querido y que, en el amor, dirían las y los románticos, siempre hay algo de magia.
Para más información: [email protected]
Si quieres agendar un tour, puedes escribir aquí o llama al 55 4083 1161
Dónde: Donceles 24, Centro Histórico