Texto y fotos Ñoño Nogales @lasfotosdenono
exótico, ca
1. adj. Extranjero o procedente de un país o lugar lejano y percibido como muy distinto del propio.
2. adj. Extraño, p, extravagante.
Sus rostros son luz y color, sus trajes son brillo y o —sí, como las de Juanga—, usan pelo largo, algunxs pertenecen a la comunidad LGBT+, otrxs no, pero su lucha libre es igual de espectacular que la de los gladiadores que vemos en la Arena México o la Coliseo.
Con más de 80 años de existencia, llamados el tercer bando, Los Exóticos son artistas de la lucha libre, hay quienes tienen orientación sexual o identidad de género disidente en este grupo, y a todxs se les arropa, esa unión ha hecho que haya menor temor a la discriminación. Cuando se suben al cuadrilátero no pelean por ser quienes son, son simplemente otrxs luchadorxs más que aman este espectáculo tan mexicano. Con maquillaje y mucha brillantina, luchan, eso sí, por romper estereotipos machistas.
Al principio este estilo de lucha se definía por ser fino y delicado, uno de sus representantes destacados es Dizzy “Gardenia” Davis, quien llevaba un ramo de Gardenias que le regalaba al público, después subía al cuadrilátero y su ayudante lo perfumaba y peinaba. Algo sumamente disruptivo en la lucha libre.
Después surgieron luchadores como El Bello Califa y Lalo El Exótico, con un estilo similar. En los años 1970 aparecieron luchadores como Sergio El Hermoso y El Bello Greco con una imagen y comportamiento más femenino dando paso a “La Ola Lila”, quienes luchaban y daban arañazos, jalones de greña y besos a sus contrincantes y al público.
Anteriormente, Los Exóticos eran personajes interpretados por luchadores heterosexuales, pero con la llegada de Rudy Reyna y Babe Sharon a finales de los años 70, se rompen paradigmas al ser de los primeros exóticos abiertamente homosexuales, percibiéndose más naturales al luchar y mostrarse. Reyna, conocido también como “La mamá de los exóticos” se ganó ese mote por apadrinar a principios de los 90 a luchadores abiertamente gays como May Flowers, Pimpinela Escarlata y posteriormente a Cassandro. Fueron estos últimos quienes revolucionaron este estilo con vestuario y maquillaje de tipo show travesti: plumas, batas, leotardos, medias y ademanes más femeninos.
La historia de Los Exóticos sigue viva, y para retratarla —literalmente— fuimos en busca de sus mejores poses, llaves, saltos y anécdotas.
Polvo de Estrellas
Este es el último personaje que ha adoptado este luchador que ya ha pasado por varios nombres como Siniestro, Adrián El Exótico, Faces, La Llorona Loca y Payaso Coco Rosa.
“Inicié en la lucha libre por empezar a defenderme, porque todo mundo me pegaba. Empecé como aficionado. El Santo me dijo en mis inicios en Acapulco : ‘Vas a llegar a ser un luchador grande, sigue entrenando’. Debuté en 1982 por error, sin tener equipo profesional porque hizo falta un luchador y me dijeron: ponte un short y ahí una playera, y así descalzo porque no tenía botas. Total que hace falta un luchador y nadie quería subir”.
En los años 90, en el ahora extinto Toreo de Cuatro Caminos llegó la verdadera definición: “Sí te damos la oportunidad, pero necesitamos un luchador exótico. Y sí, yo era gay, pero no era un luchador exótico. Le dije al patrón ‘yo de exótico no sé nada’. ‘Pero eres gay’, me dice. Yo soy gay pero con diferentes gustos sexuales no me defino siendo gay mujer, entonces me dice: ‘Pues ahí vas a aprender sobre la marcha’”.
Y aprendió, ahora podemos verle en los cuadriláteros con sus luchas bien armadas.
“Lo más bonito que me ha dejado mi personaje es el reconocimiento de la gente”.
Polvo de Estrellas
Nigma
“La lucha libre fue para mí algo que me gustó, que me llamó la atención hace muchísimos años. Yo iba cada ocho días a la Arena Apatlaco, donde anunciaban clases de lucha libre y empecé a entrenar ahí”, cuenta Nigma, quien ahora tiene 29 años como luchador profesional.
Para él, ser exótico se dió de repente: “Fue para mí algo diferente, yo empecé a luchar como Nigma con Vatos Locos, después (en la) Triple A me empezaron a mezclar con Los Exóticos y de ahí empezó mi boom como exótico”.
Dentro de este bando lleva 10 años, y sus entrenamientos son iguales a los de los luchadores hetero. “Tenemos los mismos entrenamientos, las mismas escuelas como un luchador hetero pero nosotros somos como la parte más atractiva de un evento de lucha libre porque la gente dice: ¿Ay van exóticos?”. Sí, eso llama mucho la atención y la verdad la gente sale muy satisfecha cuando van a luchar Los Exóticos.
Las Shotas. Diva Salvaje, Mamba y Jessy Ventura
Diva Salvaje
“Incursioné en este deporte de la lucha libre por afición, ya que veía a muchos de mis ídolos en la televisión. Me llamaba mucho la atención y fue por eso que decidí entrenar y obviamente decidí estar en el bando de Los Exóticos”, dice Diva Salvaje.
Diva veía a Pimpinela, Cassandro, May Flowers, Rudy Reyna entre otros de Los Exóticos y pensaba: “Yo quiero ser luchador exótico”, hoy ese sueño es realidad y está por cumplir 24 años de ser luchador profesional en octubre.
Desde un principio Diva Salvaje ha trabajado con el mismo nombre, en un inicio luchaba con un antifaz para perder el miedo escénico, pero ya no más: “Yo creo que un luchador exótico se muestra tal cual es, con su vestuario y su maquillaje, eso es lo que nos caracteriza”.
Mamba
Entró a este mundo del deporte-espectáculo desde que era niño, sus papás le llevaban a ver las funciones de lucha libre allá en Nuevo Laredo, Tamaulipas. “Desde ahí me enamoré del deporte y la verdad es que me ha encantado a tal grado que nunca me imaginé que me iba a convertir en luchador y mucho menos en exótico”.
Para Mamba, ser exótico es algo “muy bonito, muy padre, es ya cultura mexicana. Es algo que no puedo describir con palabras”, nos confiesa.
“Yo no quería ser luchador exótico porque me daba mucha pena, pero la que me convenció al final fue Diva Salvaje”, recuerda. Dentro del deber de un exótico está el aprender a maquillarse, a ponerse las medias: “Era lo que me daba algo de pena, pero con el tiempo ya me acostumbré. Tengo 19 años de luchador y como exótico debo tener 13, 14 años”.
Jessy Ventura
“Estoy muy feliz de estar en este hermoso deporte de la lucha libre, donde inicié desde que era muy chiquito; tenía como cinco años y mi mamá me llevaba a los eventos de lucha . De ahí nació el amor”, nos cuenta Jessy mientras tomamos unas fotos frente al ciclorama rosa.
Para Jessy, convertirse en un exótico fue algo muy difícil, era el primer luchador en toda su familia y además era aceptar abiertamente su disidencia sexual: “Pero creo que me gustó mucho porque a pesar de que es un deporte muy rudo de muchos golpes lo amo demasiado y pues aquí estoy echándole muchas ganas”.
Decidió estar en el bando de Los Exóticos por su preferencia sexual, pero también por la admiración a muchos exóticos como Pimpi, Diva, Mamba, May Flowers, Polvo de Estrellas.
Tiene seis años como profesional pero está muy feliz de estar aquí, nos dice: “Soy del bando exótico, el mejor bando de la lucha libre porque como siempre lo hemos dicho: Somos la sal y la pimienta de este deporte. Por nuestra algarabía, nuestras risas, todo lo que hacemos”.
El Demasiado
“Yo comencé en la lucha libre porque un chico me gustaba”, dice con cierta timidez. Ese chico quería ser luchador y entonces lo seguía para entrenar y estar cerca. Al final, quien dejó el deporte fue el chico en cuestión, pero El Demasiado quedó atrapado por este espectáculo.
“Llevo 15 años de luchador, de los cuales 12 años son como exótico. Creo que la gente me pedía que fuera exótico a pesar de que trataba de ser como un poco más heteronormado y al final tengo que complacer al público. Debo creerme que en la lucha libre nosotros le damos vida a un personaje pero en este caso fue al revés, el personaje me dió vida a mí, me sacó del closet en el que yo estaba atrapado”, nos reveló.
Bizhota
Es la Mamichula de la lucha libre. Se adentró a este mundo porque su papá le llevaba desde chico a las funciones y desde ahí empezó el cariño, el amor por este deporte: “He estado en varias arenas viendo lucha y desde los 15 años empecé a entrenar lucha básica para que un día se me diera la oportunidad como luchador profesional”.
Su ingreso a Los Exóticos fue por inspiración en sus compañeros que ya tienen más tiempo que él: “Veo sus ideas, sus metodologías que tienen y quería hacer algo similar a ellos pero diferenciado. Por eso usa máscara, un aditamento que para la lucha libre es algo clásico, pero en Los Exóticos no. “Dejó ver un poco de mi rostro, dejo ver la parte de arriba dándole un toque femenino y adicional queda la incógnita de que no saben quién está detrás de esta máscara”, dice Bizhota, quien lleva ya tres años con este personaje y ha recorrido ya varios estados así, luchando y divirtiendo(se).
Estrella Divina
Se le conoce como “la cara bonita de la lucha libre”. Desde pequeña veía con su abuela las luchas en la televisión, era muy aficionada y de ahí le nació la curiosidad de entrenar lucha libre en la escuela de Polvo de Estrellas llamada Antonio Peña en Acapulco.
“Cuando yo conozco a Polvo de Estrellas en Acapulco yo iba de la mano de conocer mi sexualidad, no sabía lo que era ser una mujer trans, no sabía nada mas que ‘puto’ y ‘mayate’, no había mas, en provincia era muy duro”, recuerda Estrella.
Pero conocer a Polvo de Estrellas fue algo importante en su vida, un parteaguas: “Cuando yo le vi llegar con su pareja y ver que la gente del vestidor, los compañeros nadie se burlaba, nadie le hacía un desprecio, al contrario le saludaban con un respeto por su trayectoria. Eso para mí fue como ¡wow!”.
Estrella Divina había crecido escuchando que ser gay era lo peor y que estaba mal visto. “De ahí quise formar parte de Los Exóticos, porque si bien no soy homosexual, sino una mujer trans, en ese tiempo yo no tenía la información que tengo hoy en día. Ser de Los Exóticos fue como formar parte de una comunidad donde me sentí aceptada.
Ya muy metida en este movimiento, Estrella Divina nos cuenta que después de los años 90, cuando llega el travestismo vuelto lucha libre con la primera camada de luchadores homosexuales, apareció Miss Gaviota, la primera mujer trans en la lucha libre. Ella abrió la puerta para que entraran todas las demás.
“Hasta donde yo tengo entendido somos 6 o 7 chicas trans en la lucha libre, somos muy poquitas aquí en México. En la lucha libre si hay más mujeres trans, incluso hay empresas como Impact Wrestling o AEW que en la categoría femenil ya tienen a mujeres trans trabajando y no las anuncian como un exótico, como un homosexual ni nada de eso. Creo que eso falta en México para que avance la cultura y el día de mañana, si no me toca a mí o a mis hermanas, pues las nuevas generaciones ya no pasen eso que yo pasé y ya no nos anuncien como un gay, como un exótico sino como una mujer más del cartel”.
Candela
Es la bruja voodoo del ring. “Desde niña fui fanática enamorada de la lucha y desde que existía esa pequeña Candela dije ‘yo quiero ser luchadora’”, relata con emoción quien está cumpliendo ya tres años como luchadora profesional.
“Tal vez no soy como Los Exóticos, pero soy una luchadora y soy abiertamente lesbiana. Soy una lesbiana en el ring, algo que hace ruido, pero que afortunadamente desde que decidí nombrarme, visibilizarme y reunirme con demás disidencias, somos parte de este gran abanico de la lucha libre”.
Su filosofía va en línea con Los Exóticos, luchadorxs LGBT+. Para ella, “la lucha libre es diversa, y eso ha sido tomado muy bien. Tal vez hace unas generaciones otras luchadoras no podían hacerlo pero por ellas y por las que venimos, yo lucho”.
“Desde tiempo atrás hemos existido mujeres que hemos plantado bandera sobre nuevas posibilidades de ser mujer. La gran jerarca y referente, que no solo marcó un antes y un después en la lucha libre sino un discurso más actual, fue Martha Villalobos (heredera de luchadoras con presencia fuerte, grande y ruda como Toña La Tapatía, Estela Molina, Marina Rey, Pantera Sureña, entre otras). Igualmente hay un gran referente para mí tanto luchísticamente y puedo empatizar con ella es La Metálica, una gran representante de nosotras las mujeres que amamos a otras mujeres.
Algo que la impulsó en esta lucha fue presentarse públicamente para así cambiar el paradigma de que las luchadoras solo pueden responder a la idea de lo que es una mujer y también desechar la idea de que una luchadora existe no para el deporte sino para el deseo masculino: “Yo vengo a romper eso”, dice. “Si en mi vida personal no me gusta satisfacer el deseo masculino, por qué yo como luchadora lo iba a hacer ¿Por qué no ser el crush de las chicas?”, reconoce tras una máscara que guarda el misterio de su identidad.