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Había una vez un ramillete de sufridas princesas de Disney. Cansadas
del tormento de celosas brujas, envidiosas madrastras, envenenadas manzanas y
malévolos conjuros en Technirama, las sumisas doncellas se unieron y revelaron
en contra de los torpes clichés de sus cuentos de hadas.
Comisionado por la editorial IDW, el favorito de los fans
noventeros, J. Scott Campbell (Gen 13,
Danger Girl), se chuta estas geeky-provocativas versiones de las
conejitas de Walt Disney. Afirmativo, estamos conscientes de que todos estos bombones de
ayer y hoy, no fueron creaciones del criogenizado Walt. Pero de lo que si se
encargó fue de darles un rostro acorde a la belleza de la década en la que cada
una de estas películas salió, además de tramas suavizadas en comparación a sus antecesoras
versiones escritas.
Es de ahí, de los vestidos, de los peinados, de donde J.
Scott se apoya. Y en sus lápices y trazos donde la inocencia se transforma en
sugerente lencería, y la sumisión en incitadora seducción.
No olvidemos que Bill Willingham ya le había dado otra cara
a este mundo fantástico con Fables de
Vertigo, donde Blanca Nieves es la directora de operaciones del Fabletown. La
bella se quiere divorciar de la bestia, el hombre lobo funge de alguacil y los
príncipes son unos vividores.
Campbell simplemente explota la provocación y la sensualidad
a través de la imagen, y vaya resultado.
Esta docena de ilustraciones se presentó en la Comic-Con de
San Diego 2009. Posteriormente se convirtió en un calendario titulado Fairy Tales Fantasies, que a la fecha se
encuentra agotado.
Les dejamos once de las doce pin-up-hadas-mamacitas. La restante es Caperucita Roja, ya se la
podrán imaginar.