El núcleo de la pasión por el arte de James Reka siempreserá, según él, su profundo amor por las brochas y los lienzos de cualquiertipo: llámense paredes abandonadas o legales, lienzos de madera y digitales.
A primer vistazo, el trabajo de Reka One se percibe como elcruce de caminos entre algunas ilustraciones cincuenteras para niños lisérgicosy el lado menos depurado y a brocha tosca de un Alex Pardee. No nosconfundamos, este burdo despliegue de colores escobillados y salpicadosinherentes, se enlaza dinámico con líneas definidas y personajes geométricospero bien bonachones. Conduce por un viaje de narrativas abstractas encauzadasa dramáticas y fluidas mociones.
El anime y lacultura popular afectaron su papel como escritor y artista de graffiti, desembocando en caracteresajustados con contexto a la pared o spotcallejero al que fueran destinados. Esta primera aproximación a las plataformascallejeras, nutrió su creciente inventiva y dialogo orgánico.
Parecía destinado a las finas artes. De madre bailarina ypadre fotógrafo, el buen Jaime confirmó su linaje, enlistándose en diseñográfico e ilustración por rumbos australianos, pero aprendió que el másrefinado instituto de arte puede enseñar diversas técnicas, creación ohistoria, pero jamás, estilo. Su talento sobrepasó la superficie institucionalcon un arsenal de peculiaridades depuradas y vehementes. El trabajo de Reka merece ser esparcido, compartido ydescubierto una y otra vez.
Fantasías abstractas se pronuncian en su recién horneado rosariode pinturas que amalgama acrílicos, tintas, pasteles y aerosoles. Criaturas encapsuladasen espacios muertos resplandecen rozagantes.
El verraco de Melbourne comparte con allegados rufianes delasfalto, el colectivo y estudio de diseño Everfresh, fuente declarada de todassus inspiraciones, y próximos a publicar su recopilatorio blackbook.